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En lugar de adquirir un título universitario, en estos días, varios estudiantes de la Facultad de Derecho de la UNA recibieron bofetadas, el impacto de sillas voladoras y patadas ninja, durante la asunción de cargos del Centro de Estudiantes. Dentro de todo el caos, no se entendía si el lugar de los hechos era el aula magna o un ring de boxeo.
A modo de protesta, ante un supuesto fraude electoral, integrantes de los movimientos estudiantiles Frente Autónomo para un Centro Unido y Asociación de Universitarios Soberanos irrumpieron en la asunción de cargos de la comisión directiva de la Facultad de Derecho marchando con un ataúd, música de fondo, ropa negra y los rostros cubiertos con una máscara blanca.
La marcha fúnebre de los chicos de estos movimientos desató la furia de algunos estudiantes presentes en la ceremonia de asunción y, así, se inició una batalla campal. Solo en este año, ya se dieron dos moquetes dentro de esta facultad, pues hace unas semanas, las elecciones de delegados para el quinto semestre de la institución fueron suspendidas a causa de una violenta trifulca entre algunos alumnos.
Tal vez estos bochornosos espectáculos, propiciados por algunos patoteros, solo son prácticas para los juegos universitarios, pues en el caso de que se incluyan contiendas de lucha libre en esta competencia, probablemente, varios de estos inadaptados se llevarán la medalla de oro.
Esta casa de estudios, hace dos años, fue protagonista de un escándalo, pues una candidata a presidenta del centro de estudiantes fue denunciada por sobornar a los votantes, ya que en el cierre de su campaña electoral sorteó nada más y nada menos que un automóvil y unos pasajes a las playas brasileñas de Camboriú.
Si estos patoteros son los futuros abogados del país, no debería sorprendernos que varias instituciones públicas estén plagadas de sinvergüenzas, pues es evidente que, para defender sus intereses, estos chicos son capaces de cualquier cosa, incluso propinar unas cuantas bofetadas.
Aunque varios estudiantes son parte de la rosca de corrupción tan vigente en la Facultad de Derecho, no es justo meter a todos los alumnos en la misma bolsa pues, también, muchos chicos asisten a esta institución para formarse y, en el futuro, convertirse en profesionales idóneos.
Aunque suene trillado, la violencia nunca es la solución y las actitudes de este tipo no deberían ser admitidas, menos en instituciones que tienen el papel de formar profesionales responsables. Sería conveniente que los patoteros que iniciaron este vergonzoso escándalo reciban las sanciones correspondientes, tal vez así, de una vez por todas, entenderán que con palabras se entiende la gente y no con los puños.
Por Agustina Vallena (19 años)