Muchos niños van a la escuela sin haber comido; es por ello que, desde hace varios años, el Ministerio de Educación y Cultura implementó el programa de almuerzo y merienda escolar para optimizar las condiciones de aprendizaje y la calidad de vida del estudiante. Pero, como es costumbre en nuestro país, la puesta en práctica de la ley es difícil, pues los alumnos que viven en las zonas rurales aún no recibieron los alimentos correspondientes.
Para este año, la Ley de Presupuesto General de la Nación asignó más de G. 477 mil millones para el programa de alimentación escolar. Sin embargo, según Enrique Riera, ministro de Educación, unos 70.000 niños del interior aún no recibieron el almuerzo y nos preguntamos: ¿Dónde fue a parar semejante cantidad de dinero que, supuestamente, estaba destinado para la comida de los estudiantes? Seguramente, no hace falta que se den mayores pistas para que todos adivinen el destino de la plata faltante.
Otra de las falencias que se presentan a la hora de la distribución de los alimentos es que, en vez de que se repartan a inicio de clases, las autoridades se ponen las pilas para entregar la comida a mitad del año escolar. El karaku de este problema se encuentra en los municipios, pues no presentan sus proyectos ni rinden cuentas de lo ya percibido, por lo que no pueden recibir más dinero.
Algunos funcionarios calientasillas de la Cámara de Diputados exigen el pago de un segundo aguinaldo extra; entretanto, muchos chicos siguen pasando otro año escolar en medio de carencias. El presupuesto de educación de nuestro país es uno de los más bajos de la región, con apenas 3,5% del PIB, lejos del mínimo de 7% recomendado por la Unesco a nivel global.
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Pareciera que a algunos gobernadores no les interesa que los niños pasen hambre y estén muriendo de desnutrición. Mientras ellos ven la ocasión perfecta para meter manos en la olla y llevarse jugosos fardos de dinero al bolsillo, qué importa si el pequeño que vive en Aguapety Portón no esté comiendo. Sinceramente, tenés que ser una persona carente de escrúpulos y de ética para robar el alimento de las criaturas.
Realmente, es un secreto a voces el hecho de que se despilfarra el dinero destinado a la compra del almuerzo y la merienda escolar, pues son miles de millones de guaraníes que se invierten cada año y, sin embargo, no observamos resultados positivos. Por eso, es momento de que esos zánganos desaparezcan y se deje de jugar jagua’i con los alimentos que corresponden a los chicos.
Definitivamente, es hora de que termine la ley del tova’atã que está perjudicando seriamente al tesoro del país: los niños y jóvenes. Autoridades, queremos que los proyectos que presentan se realicen y que el progreso ya no sea un ideal utópico, pues toda la ciudadanía está harta de los corruptos chupasangre que roban alimentos de la boca de los alumnos.
Por Dahiana Galeano (20 años)
