“Adopté mi pasión hacia la elaboración de pasteles cuando era pequeña, pues mi mamá y yo veíamos muchos programas de cocina y a las dos nos encantaban”, expresa Natalia. La pastelera afirma que, al culminar el colegio, decidió seguir la carrera de gastronomía, aunque luego descubrió que sentía un amor especial hacia las preparaciones dulces y siguió cursos referentes a esta agradable especialidad.
Nati emprendió su negocio de venta de pasteles por medio de las redes sociales, pero recién comenzó a activar una vez que ganó más experiencia. Con el nombre de Vilena Dulces, la joven creó su página de Facebook e Instagram y, hasta ahora, reúne varios seguidores que comparten y admiran sus diferentes elaboraciones.
Alfajores, bolitas de coco y chocolate, milanesitas y empanadas, así como otros bocaditos dulces y salados, conforman la lista de creaciones que realiza la emprendedora. La repostera manifiesta, también, que el apoyo que recibe de sus hermanas y padres actúa como una motivación muy importante para que ella pueda seguir luchando por sus objetivos.
Para bodas, bautismos, cumpleaños y otras fiestas, Natalia prepara pasteles con la temática que el cliente prefiera. “Siempre me mantengo abierta a aprender cosas nuevas y a elaborar tortas de cualquier estilo, ya que en la gastronomía es imposible centrarse solamente en una forma de hacer las cosas, por la actitud innovadora y creativa que requiere este oficio”.
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Asimismo, Nati cuenta que “todo lo que gano lo invierto en nuevos utensilios, pero cuando obtenga más ingresos, desearía seguir estudiando. Ahora, uno de mis grandes sueños es contar con un local propio para vender mis productos y, pensando más a largo plazo, tener un local de eventos”.
Por otra parte, la señorita resalta que para iniciarse en el mundo de los comestibles, necesariamente, uno debe tener vocación. “Si no te gusta lo que hacés, no vas a llegar a ningún lado, pues la cocina es un lugar en donde la dedicación, el amor y la paciencia constituyen los principales requisitos a cumplir”.
La joven ya experimentaba el espíritu emprendedor desde chica, pues comenzó vendiendo pulseritas, alfajores, pastafrolas y cupcakes, en distintos lugares. Por otro lado, Natalia señala que, en nuestro país, aún falta más apoyo para los amantes de la gastronomía y esto lo reafirma el hecho de que varios chicos y chicas van a estudiar cocina al exterior.
Nati aconseja a todos los jóvenes a que luchen por sus sueños y no tengan miedo a sacrificar todo para empezar un emprendimiento que vale la pena. “Recuerden que insistir, persistir y nunca desistir es una buena frase que podemos aplicar a nuestra vida para, de esta manera, alcanzar eso que tanto anhelamos”, concluye.
Por Andrea Parra (19 años)
