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En los últimos meses, en nuestro país, el tema más importante a nivel general es la reelección. Cada día que pasa, existe un capítulo nuevo en esta telenovela política, en la cual los principales protagonistas son el presidente Horacio Cartes y los senadores, quienes deciden mediante votos la aprobación o no del proyecto de enmienda que posibilite el rekutu.
Vía enmienda o mediante una reforma constitucional, este proyecto ha generado miles de comentarios a favor y en contra. En estos días, el senador Silvio Ovelar (ANR) reveló que los senadores reciben ofertas que rondan el millón de dólares para votar a favor de la enmienda.
Vender o comprar votos es una maniobra política muy utilizada en nuestro país. Esta táctica se aprovecha de la situación socioeconómica de los más pobres y de la ambición de algunos pseudorrepresentantes del pueblo.
Hacer caso omiso o mirar por la televisión cómo se vende el futuro de la patria es una demostración de que la ciudadanía apuesta por lo ilegal. Pues, si se llega a un puesto mediante una táctica corrupta, quién asegura que la misma no continuaría al obtenerse lo que se desea.
El sufragio libre, según la mejor conveniencia política de cada ciudadano, es un derecho y violarlo es un acto ilegal ante los principios morales y constitucionales. Sin embargo, los culpables no solo son las autoridades corruptas, sino también los ciudadanos quienes, en épocas de elecciones, ofertan sus votos al que mejor paga. Pan y circo hoy, hambre mañana.
Por Joaquín Tandé (18 años)