Reinábamos sobre el suelo guaraní y ahora ni siquiera somos parte de esta tierra

Esta es una historia de ficción: Antes éramos los dueños de estas tierras y, ahora, nos arrebatan lo poco que nos queda. ¿Acaso no deberíamos ser más valorados y respetados por ser integrantes de los pueblos originarios de las tribus guaraníes?

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Todas estas tierras eran nuestras, no teníamos límites ni imposiciones. Podíamos correr libremente entre los árboles mientras íbamos recolectando los frutos silvestres que encontrábamos por el camino. Cuidábamos la naturaleza y ella, en cambio, nos proporcionaba la más dulce miel y una gran variedad de hierbas que no solo eran refrescantes, sino que con sus mágicas propiedades nos protegían de las enfermedades y espíritus malignos.

Mientras las habilidosas manos de nuestras madres fabricaban cestos y sombreros de la fibra del caraguatá, los más pequeños recorríamos las plantaciones de mandyju, mandi´o y kumanda.

Observo con atención los edificios construidos con un sinfín de ladrillos, varillas y cemento. Ya casi no queda rastro de esa tierra que mis ancestros conocieron. Desde que los españoles llegaron a “conquistar” nuestro suelo, hemos sido prácticamente esclavizados y hasta asesinados. ¡Y pensar que antes éramos los dueños!

Pasaron más de quinientos años y si anteriormente ocupábamos cargos de gran importancia, ahora todo es muy diferente. Solemos frecuentar las plazas capitalinas en busca de políticas que nos garanticen los derechos más fundamentales, pero solo recibimos miradas de lástima y de desprecio por parte de todos los que pasan apresuradamente camino a sus respectivos trabajos.

En las noches, mientras admiro con atención los astros que se encuentran en el oscuro cielo, no puedo evitar que la impotencia se apodere de mi ser: no solo nos despojaron de nuestras tierras, también nos arrebataron todo el poder y liderazgo que poseíamos y hasta perdimos nuestra autonomía poco a poco.

¿Por qué debemos vivir en carpas y soportar lluvias torrenciales que se llevan lo poco que nos queda? ¿Por qué la sociedad moderna dice alabar nuestra cultura y el dulce idioma que hemos dejado, pero cuando nos encontramos por las calles la gente se aleja como si fuera que la misma sangre guaraní no corre por nuestras venas?

Nosotros somos los pueblos originarios, los que estuvieron aquí desde el principio, ofreciendo conocimientos artísticos y medicinales. Cierro los ojos y sueño con un futuro en el que realmente seamos valorados, respetados y pueda mencionar con orgullo que yo soy de la tribu guaraní.

Por Fiona Aquino (18 años)

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