El director de la Real Academia Española (RAE), Santiago Muñoz Machado, afirmó que “las desigualdades entre el hombre y la mujer se notan también en el habla”, durante el VIII Congreso Internacional de la Lengua Española, realizado a finales de marzo en Córdoba, Argentina. A la vez, aclaró que si el lenguaje inclusivo llega a incorporarse en el día a día del pueblo, la institución rectora de la lengua no tiene mucho que hacer al respecto.
No es sorpresa que, tras las palabras del director de la RAE, muchas personas hayan comprendido mal el mensaje y, posteriormente, ciertos grupos comenzaran a festejar la “aceptación del habla no sexista”. A raíz de esta interpretación errónea, Twitter se inundó de comentarios semejantes a “ya no pueden usar la RAE como excusa para insultarnos por usar el lenguaje inclusivo, amigues”.
En varias oportunidades, la Real Academia ha explicado que cambiar la manera de determinar el género neutro no representa una necesidad, ya que la letra O, también, incluye a las mujeres. Además, integrar la E, para cumplir la función mencionada, es una alternativa difícil, pues no resulta cómoda para una gran parte de los hispanohablantes.
El sector feminista es asociado con el lenguaje que, supuestamente, busca visibilizar a “todos y todas” reemplazando estos vocablos por “todes”. No obstante, su lucha va más allá de la polémica búsqueda de cambiar la manera de hablar de las personas, pues los feminicidios, la brecha salarial y la subestimación de las capacidades de la mujer son desigualdades más indignantes que aquellas presentes en el idioma.
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Como en el caso del término zorro/a, la existencia de palabras que, en femenino, son consideradas insultos y, en masculino, cualidades, forma parte de los argumentos que intentan demostrar el “machismo” presente en el castellano. Sin embargo, la lengua no es culpable de la desigualdad que se encuentra presente en la sociedad, ya que el sexismo no entiende reglas gramaticales.
Por otra parte, el castellano no es la única lengua que utiliza el masculino como género neutro, pues el francés y el italiano también admiten solo dos formas para las palabras. En 2017, el Gobierno francés analizó un proyecto que buscaba utilizar solo el femenino en las actas oficiales, propuesta que luego fue rechazada debido a que podría resultar difícil de comprender.
El problema radica en las ideas de las personas que tienden a utilizar ciertos términos de manera despectiva para referirse al sexo femenino. La única alternativa para tener una sociedad más inclusiva y tolerante es cambiar el pensamiento; el lenguaje no tiene por qué ser alterado y manoseado por discrepancias ideológicas.
Por Belén Cuevas (17 años)
