Sin pensar dos veces, un joven arriesgó la vida por su hermano

Esta es una historia de ficción: ser el hijo único que siempre tuvo todo es el lujo de un joven llamado Gabriel, pero cuando un hermano llega se dice que todo cambia. El amor de un familiar salvó heroicamente una vida y borró un rencor para siempre.

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Las golosinas, los mimos y los abrazos siempre pertenecieron solamente a Gabriel, un adolescente con poca empatía y, por cierto, el hijo único de la familia. Con el correr del tiempo, el joven fue acostumbrándose a tener todo solo para él, pues la vida sin hermanos era pasar día a día sin discusiones ni peleas por ropas usadas sin permiso o porque fulanito tiene la parte más grande de la torta.

Los padres de Gabriel hicieron que nunca le falte nada; techo, educación y comida, el joven tenía todo. Una noticia inesperada, que cambiaría la vida de cada integrante de la familia, llegó y sorprendió, sobre todo a Gabriel. Aquella sorpresa fue que ya no sería hijo único, pues un hermanito estaba en camino.

“No…, mis papás me van a poner en segundo plano”, “mi pieza se va a partir en dos” y “le van a querer más al bebé” fueron los pensamientos que preocupaban a Gabriel, el hijo mimado. Por más de que la noticia no le haya caído muy bien, el chico debía aceptar que, una vez que su hermanito naciera, debía compartir todo.

Pasaron meses, los días de ser un chico mimado, habían terminado, pues las contracciones de la mamá avisaban de que la hora de dar a luz llegó. Todos se pusieron contentos y alegres, hasta Gabriel sintió la buena sensación de un hermano mayor; sin embargo, eso no significaría nada.

Los años volaron y aquel parto quedó en el recuerdo; Gabriel ya había culminado su carrera universitaria y así también Fernando, el hermano, quien lo amaba mucho, a pesar de todo. Al parecer, Gabriel se quedó con un tonto rencor hacia su pariente, pues sentía que toda la atención se la llevaba su hermano, aunque no fuera así.

Una tarde ocurrió un hecho que cambió por completo la forma de pensar y el sentimiento de Gabriel, quien salía de su casa y, a la par, una motocicleta se acercaba a él; los maleantes, con un arma, apuntaron al joven, exigiéndole que entregara sus pertenencias. Ante la resistencia del mismo, los asaltantes estaban dispuestos a jalar el gatillo.

El espantoso momento no se acaba, en coincidencia con el suceso, Fernando salía de la casa para ver qué pasaba; abrió la puerta y notó que los malvivientes dispararían a su hermano. Sin dudar, gracias a un veloz salto, Fernando se puso frente a Gabriel para que no le hicieran daño y quedara sano y salvo. Sin embargo, Fernando fue quien recibió un balazo en el hombro.

Al llegar al hospital, con las manos llenas de sangre, Gabriel lloraba como nunca lo hizo. “Por el amor que siempre te tuve, hermano”, expresó Fernando en la camilla del hospital. Los médicos comentaron el estado de Fernando, quien milagrosamente sobrevivió. Desde entonces, ambos se unieron más y se dieron cuenta de que un buen hermano daría todo por el otro.

Por Ezequiel Alegre (17 años)

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