¿Te equivocaste? ¡No te preocupes, de los errores se aprende!

Una frase dice: “El costo de equivocarse es menor que el precio de no hacer nada”. ¿Te pasó alguna vez que no intentaste algo por temor a errar? No dejes que ese miedo se apodere de vos, ¡abrí tus alas y animate a emprender un viaje por el mundo!

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Tu sueño siempre fue abrir un negocio para generarte unos ingresos; sin embargo, el miedo a que las cosas no vayan como esperabas te hizo retroceder. Te gusta una persona, pero el temor a que te rechace es más grande y, por eso, nunca te animaste a decirle lo que sentís. ¿Alguna vez te pasó algo parecido?

Un pasaje de la Biblia dice: “Olviden las cosas de antaño; ya no vivan en el pasado”. Muchas veces, las malas experiencias del ayer marcan para siempre nuestras vidas. Es mejor que aceptes lo ocurrido y mires hacia adelante; no te quedes anclado en esa situación.

Así también, en ocasiones, no es el pasado lo que no nos permite avanzar, sino el futuro. Estamos tan temerosos de aquello que nos espera o de lo que pueda ocurrir el día de mañana que no nos preocupamos en vivir el presente y disfrutar de lo que tenemos hoy.

Es importante saber que todo lo que hagamos en esta vida, sea bueno o malo, nos va a dejar una enseñanza; así que, no tengas miedo a equivocarte. Eso que tanto anhelás te puede salir muy bien o, tal vez, no resulte como lo esperabas; no obstante, si no probás, ¿cómo vas a conocer el resultado? Dejá atrás el temor y atrevete a emprender nuevas aventuras.

La confianza en nosotros mismos es una de las claves para salir adelante. Las dudas en nuestra mente son solo pruebas que la vida nos pone, pero, si conocemos nuestra capacidad, ¿por qué temerlas?

Animate a abrir ese negocio que hace tanto tiempo deseás, a decirle a esa persona lo mucho que le amás y a seguir ese sueño en el cual pensás siempre antes de dormir. El miedo a que las cosas no salgan como lo esperamos, es normal; no obstante, si no nos animamos a saltar al precipicio, tampoco vamos a descubrir qué tan grande son nuestras alas para volar y qué tan lejos podemos llegar.

Por Valeria Candia (19 años)

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