Una mascota no es un peluche de adorno, sino un compromiso de amistad

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“Hasta que no hayas amado a un animal, una parte de tu alma permanecerá dormida”, decía Anatole France, refiriéndose a los seres domésticos. Se habla de ellos como unos integrantes más de la familia, pero ¿en realidad los tratamos como parte de la misma?

No solo perros y gatos, sino también conejos, canarios, peces, tortugas y hamsters son elegidos para que formen parte de nuestras vidas. La alimentación, higiene y los controles médicos son algunas de las obligaciones que un dueño, por lo menos con algo de conciencia, debe tener en cuenta. Además de mucho amor, el responsable de una mascota también debe tener tiempo, espacio, energía, paciencia, dinero y un compromiso firme si quiere ver feliz a su fiel amigo hogareño.

Cuando vemos que los animales domésticos se venden, es como si quisieran pretender que tener una mascota es fácil y divertido en todo momento y que son juguetes baratos que se pueden disponer así como así nomás. Son entretenidos, claro, si los tratás de la mejor manera y con los cuidados que se merecen.

A diferencia de los animales que pasan toda su vida en jaulas y luchan para adecuarse al ambiente humano, la mayoría de los perros y gatos se adaptan mucho mejor e incluso tienen la oportunidad de relacionarse con otros que no son de su especie. Si nos descuidamos, la mayoría de estas mascotas toman el control de nuestras casas, se apoderan del sofá, luego ya se acomodan en nuestra cama; van muy rápido y no dejan pasar una ocasión para sumar puntos a su favor.

Los problemas comunes, como la crueldad, negligencia y el abandono, son de nunca acabar si existen individuos que se fijan en la raza del animal y no en las manifestaciones de amistad que nos ofrecen. Una vez que acompañan a una persona, forman vínculos profundos, son capaces de comunicar sus necesidades y preferencias, así como nosotros a ellos; nos transmiten sus sentimientos, también sienten el estado de ánimo en el que nos encontramos.

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Los perros tienen la concepción de un niño de dos años, la conducta y el comportamiento de ellos dependen del cariño y afecto que les das para su crecimiento sano, benéfico e íntegro. Si reciben golpes, azotes y rechazos en general, también reaccionarán de forma violenta con otras personas; en cambio, si los mimás, protegés y brindás un cuidado afectivo, te recompensarán de la mejor manera posible.

Si en verdad nos importan los animales, debemos observar más allá de lo sentimental y realizar con cuidado nuestras acciones, no hay que mirarlos como juguetes porque son criaturas vivas, que respiran y sienten como nosotros. Practiquemos la empatía, pongámonos en sus patas para averiguar lo que significa ser una mascota desde otra perspectiva.

Por Luis Jiménez (19 años)