Unos presos disfrutan en celdas VIP, otros sobreviven en los pasillos

Los reclusos no deberían pagar su condena de una forma inhumana. Sin embargo, esto no significa que algunos tengan ciertos privilegios, como apropiarse de un sector y dejar que otros vivan desalmadamente. Entonces, ¿cómo realmente se maneja la justicia?

https://arc-anglerfish-arc2-prod-abccolor.s3.amazonaws.com/public/2DLQNQ2N2RC3ZACDEEEZKWH3WY.jpg

Cargando...

El 12 de abril se fugaron diez adolescentes del Centro Educativo Integral de Itauguá, ex correccional de menores “Panchito López”. Por consiguiente, el Gobierno declaró por diez meses de “estado de emergencia pública en todos los establecimientos penitenciarios y centros educativos del país”, debido a la paupérrima situación de los mismos.

La capacidad máxima de la penitenciaría de Tacumbú llega a 1.500 reclusos, pero allí están encerradas más de 4.000 personas. Por otra parte, en el lugar, existen privilegiados que ocupan las denominadas celdas VIP, gracias al dinero mal habido o al respaldo de algún “padrino”. Este es el caso del narco brasileño Jarvis Chimenes Pavão.

Varias veces la prensa se hizo eco de las denuncias, demostrando con hechos cómo la corrupción se apodera hasta de los lugares marginales. No obstante, el problema de los privilegios en las penitenciarías sigue siendo constante.

Por consiguiente, uno se consulta: ¿Cuál es la verdadera realidad del sistema penitenciario del país? Sin embargo, lo más curioso de todo es que nadie se responsabiliza de las irregularidades; ya que ni las propias autoridades que deberían intervenir tienen la respuesta a nuestra duda.

Según la ley, los reclusos no deberían pagar su condena de una forma inhumana. Pero, esto no significa que los mismos tienen el derecho de gozar peculiares privilegios, como apropiarse de un sector del penal, mientras otros penitenciarios viven desalmadamente.

Así también, resulta penoso que las autoridades del penal acepten la construcción de algunas edificaciones financiadas con dinero mal habido. Además, intentan justificar que, gracias a sus “donaciones”, ciertos reclusos poseen varios privilegios.

Es increíble pensar que en nuestro país todo puede ser negociable; la desigualdad, la corrupción, entre otros flagelos, cada día son más constantes. Sería tan fácil dejarse vencer y aceptar simplemente la realidad, mientras no nos afecte. Sin embargo, ya es momento de poner un final a todas las irregularidades e indecencias que cometen los gobernantes diariamente.

Por Joaquín Tandé (18 años)

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...