Machu Picchu se enfrenta al cambio climático y turismo masivo

ROMA. El cambio climático y la gestión del turismo masivo son los “retos mayores” a los que tendrá que enfrentarse el Parque Arqueológico Nacional de Machu Picchu (Perú) en los próximos años, aseguró hoy su director, Fernando Astete.

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Aunque ante el flujo masivo de visitantes se decidió poner en marcha, desde el pasado 1 de enero, un “ingreso horario escalonado” al recinto -por el que los turistas ya no pueden entrar antes de la hora reservada- Astete opinó que si bien se ha resuelto el problema de las aglomeraciones, “el turismo seguirá siendo un reto” porque “aún no se ha alcanzado el límite de visitantes”.

“Nos visitan todos los días una media de 4.000 personas en una llaqta (antiguo poblado andino) en la que vivían 400 y que estaba pensada, como máximo, para 1.500”, explicó el antropólogo, que situó en 5.600 las visitas diarias máximas que puede soportar el parque.

Astete, que dejará el cargo los próximos días, participó en Roma en un congreso sobre la conservación de áreas arqueológicas y compartió con un pequeño grupo de periodistas, entre ellos Efe, sus 30 años de experiencia al frente de Machu Picchu, Patrimonio de la Humanidad desde 1983.

En 2018, pasaron por Machu Picchu 1.492.328 personas y la tasa de crecimiento del turismo en el yacimiento se estima en torno al 10 u 11 %, mientras que en el total de Perú baja hasta el 4%.

El cambio climático supone un segundo desafío para la conservación de este enclave, que ve cómo algunas de sus rocas se oscurecen y cómo se deteriora el suelo.

“Muchas de las paredes de Machu Picchu se han oscurecido. Al subir la temperatura, la flora que estaba en un nivel geográfico más bajo también sube y se instala en las paredes, causando un biodeterioro”, relató el responsable del parque en una charla celebrada en el Instituto Italo-Latinoamericano (IILA) de Roma.

Por ahora han probado técnicas de blanquecimiento basadas en el uso de plantas locales, ya que “si las rocas se trataran con productos químicos el deterioro podría ser mayor” .

“Otro problema que tenemos es que llueve mucho y se deteriora el suelo en parte por los turistas que van en botas de montaña. Cada 15 días calculamos cuál es el nivel de degradación y traemos, en trenes, material para repararlo”, explicó. “Seguiremos explorando opciones”, indicó.

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