Bolivia tiene la ilusión de cosechar en casa los puntos suficientes para conquistar su clasificación. Ganando todos los partidos de local y arañando uno que otro punto como visitante, los verdes podrían estar presentes, por mérito propio, en un Mundial, al que no asisten desde Estados Unidos 1994.
La Albiceleste llegó a la sede del juego con dos días de anticipación, buscando una pronta adaptación en un sorpresivo cambio de estrategia, ya que usualmente arribaba al filo del encuentro para esquivar los efectos de la altitud.
Para Argentina, Bolivia constituye en teoría un rival “accesible” y un triunfo podría ahorrarle los dolores de cabeza del anterior Mundial, cuando clasificó con los nervios a flor de piel en el último partido. Pero la altitud de La Paz amenaza las ambiciones de Messi y compañía.
El técnico de la “Verde”, César Farías, diseñó una estrategia a dos puntas con la conformación de dos equipos, uno para jugar como visitante y otro para jugar como local. El profesional venezolano prometió “hacer historia” en Brasil, pero su equipo terminó goleado 5-0 por la “canarinha”. Sin demasiado optimismo sobre levantar el nivel técnico mostrado por el plantel que debutó contra los pentecampeones, las esperanzas se centran en reforzar la actitud y sacar provecho de la altura para empezar a soñar con volver a ser competitivos en un premundial, tras años de pésimas eliminatorias.
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A esta segunda fecha, Argentina llega con un elenco en construcción al que le faltan sociedades, identidad de fútbol y juego colectivo.
En la Paz, los dirigidos por Lionel Scaloni tendrán el desafío de controlar la pelota y manejar los tiempos. Con su gol de penal ante Ecuador, Messi salvó a la Albiceleste de iniciar el premundial en crisis. Pero el equipo volvió a dejar claro que la “Pulga” necesita conectar mejor con sus socios para elevar el nivel en el largo proceso rumbo a Qatar.
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