El Teatro Municipal recibió así a mucho público para este recital que fue dirigido por Stefano Pavetti.
El repertorio continuó con el luminoso Concierto de Aranjuez, compuesta por el español Joaquín Rodrigo. La guitarra solista estuvo a cargo de Julio Cristaldo, quien ofreció una impecable ejecución, muy comprometida con el espíritu de la obra.
Tanto la OSCA como Cristaldo lograron una interpretación en sintonía con los sentimientos que atraviesa esta composición: desde lo más alegre, pasando por momentos a lo melancólico, para concluir en un carácter de apasionada celebración.
El público se mostró también muy entusiasmado con la interpretación de esta obra, y regaló así extensos y enérgicos aplausos.
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Finalmente, llegó la gran Sinfonía Nº 7 en La mayor, Op. 92, de Beethoven, que la orquesta abordó nuevamente con mucho brío, bajo la tenaz conducción de Pavetti, quien desde el inicio del concierto y hasta el final, supo transmitir a la agrupación su determinación y entusiasmo como conductor.
La obra de Beethoven es un viaje para los sentidos, y esta vez cobró vida de forma especial, haciendo sentir al público la profundidad de las partes lentas y la gran expresividad festiva de los movimientos más rápidos.
Esta séptima sinfonía de Beethoven significó un cierre inmejorable para este ciclo, con el que seguimos conociendo a las promesas, y a los presentes, de la música clásica como también contemporánea.
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