Esta noche, por un lado el actual concertino Miguel Ángel Echeverría conmemorará que hace más de 30 años debutó como solista con la OSCA. Por otro lado, será el estreno de “Fuegos de artificio”, de Ígor Stravinski.
Echeverría festejará justamente volviendo a interpretar la misma pieza con la que debutó como solista: el Concierto para violín y orquesta en Mi Menor, Op. 64, de Felix Mendelssohn. El repertorio se completa con “El amor brujo”, de Manuel de Falla; y “Sansón y Dalila”, de C. Saint-Saëns.
Echeverría contó que eligió volver a interpretar la obra de Mendelssohn porque es un tema “muy conocido y querido” por ser de un compositor “muy romántico”. Además, afirmó que “tiene su desafío” y todos los desafíos le encantan. “Quiero tocar esta obra como quizás probándome a mí mismo como intérprete”, expresó.
La composición de Mendelssohn, señaló, está “llena de melodías pegadizas”, tanto que el público seguro “saldrá silbando” porque “es tan linda que se queda en la mente”. Destacó el segundo movimiento, “que es como una plegaria, una oración, algo que se parece mucho a las obras de Tchaikovsky, otro gran melodista”.
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Acerca del acontecimiento que celebra, Echeverría recordó que cuando tenía 15 años ya integró la OSCA bajo la dirección de Remberto Giménez. “Conozco muy bien todo el proceso de transición de la orquesta en estas décadas de trabajo. Lo que más feliz me pone es que aparte de tocar también me dediqué a la enseñanza y he dejado alumnos que seguirán mejorando la orquesta cada vez más”, subrayó.
Asimismo, manifestó que espera que las nuevas generaciones continúen esta labor artística que, junto con Szarán, han soñado. “Eramos dos jóvenes soñadores que llegamos a esta época con el mismo sueño y con la satisfacción de haberlo realizado. Quizás falten algunas cosas a la orquesta pero hemos realizado muchas cosas juntos. Yo me siento muy satisfecho”, concluyó.