“El caracol tiene una lección de anfibología” sube a escena

“El caracol tiene una lección de anfibología” se denomina la obra que “enhebra” tres piezas teatrales de Carlitos Cañete, Sebastián Ovelar y Erik Gehre. El estreno será mañana en la sala Baudilio Alió del Teatro Municipal (Pdte. Franco esq. Alberdi), a las 21:00. Las entradas cuestan G. 40.000.

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Carlitos Cañete indicó que “se enhebraron tres historias cortas que surgieron en momentos diferentes y todas tienen nombres bastante existencialistas”.

La primera en presentarse como parte de la obra será “Desmembrados”, escrita y dirigida por Cañete. “Es un diálogo entre Gregor Samsa (personaje de “La metamorfosis”, de Kafka) humano e insecto. Separamos al bicho del humano, lo dividimos en dos y hacemos que discutan”, explicó acerca de esta propuesta interpretada por Emilio Ortellado, Sebastián Ovelar y Nina Ferreira.

En la obra “es como que Gregor se está viendo frente a un espejo, se busca a sí mismo, y le interpela a todo el mundo desde el mensaje que tiene Kafka, sobre cómo critica a la sociedad, el tema familiar y todo ese alienamiento que hay. Al final aparece Grete, su hermana, como para calmarle y tranquilizarle”, detalló.

La puesta continúa con “Sujeto desapego”, escrita y dirigida por Ovelar, quien también actúa junto a Javier Teo Molas y Juan Rodi. Cañete contó que esta pieza “tiene un diálogo de dos personas que terminan una relación, con todo lo que deviene después de eso. Hay desde planos bastante absurdos y existenciales, hasta el hecho de quién se queda con las cosas, a cómo esas anécdotas que había entre ellos se vuelven puntos focales de dilemas, de conversaciones, donde aparece un tercer sujeto que va hilando las narrativas”, manifestó.

En tanto “Labios rosados, manos doradas”, construida y dirigida por Erik Gehre, con entrenamiento de Majín Fullaondo, “nace por un montón de cuestiones e incomodidades de la gente”, al decir de su creador, quien buscó un lenguaje corporal afín a su planteamiento.

Los protagonistas aquí son Alma Quiñónez y Cañete. Este último profundizó que esta puesta “aborda la línea de Antonin Artaud”. “Es una denuncia a toda la clase política en un plano bastante efímero, desde el nacimiento de un monstruo, hasta que se convierte en lo que es”.

El nombre de “El caracol tiene una lección de anfibología” para englobar a las tres piezas que “giran como en espiral”. “Empezamos a leer sobre la biología del caracol, un animal que se mueve en círculos y no se sabe por qué, se mueve porque puede, y la anfibología es como una suerte de rama de la semántica que habla de la desambiguación”, señaló Cañete.

En dicho sentido, Gehre indicó cómo en las obras el ser humano va mostrándose en diferentes facetas. “La obra basada en el cuento es más íntima y personal; en la segunda ya vemos el relacionamiento con otra persona, y en la última con la sociedad entera”, puntualizó.

En tanto Cañete, actor y director no vidente, evaluó su trabajo tanto actoral para la obra de Gehre, como su trabajo de dirección. “El movimiento está muy centrado y cuidado en un espacio pequeño, pero sí tiene su riesgo”, afirmó, pero destacando el trabajo realizado con Quiñónez. “Yo sé que ella me va a sostener, y que también yo la voy a sostener a ella. Esa es la fuerza que tiene el trabajar mucho antes de cada obra”, refirió.

En cuanto a la dirección de “Desmembrados”, dijo que su trabajo se centró más en cómo suenan las voces de los actores. “Confío plenamente en que ellos lo están haciendo bien desde la corporalidad, pero soy muy tajante con cómo suenan sus voces. Cómo lograr esa transición de la voz que para mí es una cosa muy importante, pues la voz es protagonista para mí, y si no llevan el texto en su ADN no van a decir nada”, subrayó.

Asimismo resaltó el trabajo de la violinista Nina Ferreira, quien une las tres piezas con su intervención musical. Asimismo, aparece durante las obras aportando una amplia gama de sonidos. “No solamente resulta como una acompañante que aparece mientras los actores interpretan sino que acota con su musicalidad los momentos, los realza. La música es un personaje más”, resaltó Carlitos.

“Al trabajar en teatro tenemos que decidir qué podemos hacer, y tenemos que expresarnos, mostrar cosas para también cambiar nuestra situación actual. Por eso me parece importante mostrar trabajos como este, que seguir haciendo cosas superficiales nada más. Queremos mostrar cosas que cuestionen al público, que se sienta un poco incómodo al verse reflejado en ciertas cosas para después irse y seguir pensando. No queremos que simplemente se sienten a ver una obra”, reflexionó Erick sobre la intención de la propuesta.

“Se van a encontrar con algo diferente y con un trabajo que tiene una base en mucha formación, preparación, incorporación de conocimiento teatral y de cultura general”, anticipó Carlitos. También dijo que lo que hicieron fue “justamente abordar el lenguaje teatral en base a lo que nuestros maestros nos enseñaron y lo que nosotros asimilamos de eso”. “Yo amo las obras de teatro clásico y popular, y esto es como el lenguaje que ahora estamos explorando y es diferente, tiene una vara muy alta en cuanto al rigor de comprensión quizás, pero tampoco. El que nunca vio nada similar a esto se va a sorprender”, aseguró.

Gehre añadió que el público se va a sentir identificado con las obras, “porque todo es tan personal”. Reafirmó la afirmación de Cañete, de que es una puesta “diferente” y que eso es fundamental para “formar un público pensante, criterioso” porque de esa forma ellos también pueden “seguir creciendo”. “Tenemos que empezar a apostar a formas distintas y no seguir haciendo siempre la misma forma. Necesitamos público que consuma de todo”, expresó. Cañete celebró asimismo “la diversidad” actual de obras en cartelera, e invitó al público a disfrutar de “El caracol tiene una lección de anfibología”.

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