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El filme del argentino Cristian Jure, el mismo del documental “Paraguay. Nosotros también podemos” explota la figura de un personaje muy querido en el vecino país. Un santo profano, es decir, que no está reconocido por la Iglesia Católica, pero que tiene miles de seguidores. No es extraño encontrar altarcitos con la figura del gaucho y su pañuelo rojo. Se le atribuyen muchos milagros al gaucho Antonio Gil, quien nació en Mercedes, en la provincia de Corrientes, y falleció en 1878.
La película fue realizada en nuestro país, con un guión escrito por el mismo Jure en base al libro “Colgado de los tobillos”, de Orlando Van Bredam.
Jure ha creado una película que se nutre de las costumbres afros y de la feligresía popular, y que tiene mucho del western (a fin de cuentas, el cowboy y el gaucho son personajes muy similares) en un clima de realismo mágico. En esta suerte de fantasía en que se desarrolla la historia, hay personajes que visten camperas con cierre, zapatillas de plástico, jeans, lencería de lycra. En fin, no se han preocupado mucho por crear un vestuario apropiado para lo que sería una historia que se ubica entre los años de 60 y 70 del siglo XIX. ¿Fue a propósito o un descuido? Si fue a propósito, no queda bien. Como tampoco queda bien la presencia de un gramófono en una de las escenas, un invento de fines del XIX. Uno no sabe si reírse o no.
Eso sí, la película tiene buenas locaciones, la historia es entretenida, y hay muy buenas actuaciones. Jorge Sienra sorprende como el Gauchito, así como Dany González como uno de los soldados del caudillo correntino Salazar, que es interpretado por el argentino Diego Cremonesi. También sobresalen Laly González, Ever Enciso, Jorge Báez, Paletita y Héctor Silva. Es lo mejor de este experimento entre Argentina y Paraguay, demasiado relajado. sferreira@abc.com.py