Frenesí al son de Beethoven

Dos grandes obras de Beethoven sonaron con fuerza en manos de la Orquesta Sinfónica de la Ciudad de Asunción y solistas invitados. Las interpretaciones conquistaron a un público que casi llenó el Teatro Municipal, y que entregó prolongados aplausos de pie.

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En el séptimo concierto del Ciclo de Abono 2018, la dirección estuvo a cargo del joven venezolano Jorge Luis Uzcátegui. En la primera parte sonó el Concierto para violín en Re Mayor, Op. 61, con la violinista estadounidense Erica Richardson como solista.

En esta obra, interpretada pocas veces en su tiempo (1806), se vive una emoción constante, ya desde el inicio solemne de cuerdas, vientos y percusión, que se va tornando grandioso y que da paso a un conmovedor violín solista.

Desde su primera incursión, Richardson tocó con mucha seguridad e imprimió una gran cuota de pasión. La parte solista exigía mostrar una amplia gama de notas, algo que Erica cumplió con suma delicadeza y solvencia. Incluso cuando la obra pasaba por momentos de carácter dramático, ella se acomodaba sin dificultad. Asimismo, el violín solista suena casi todo el tiempo que dura la obra, lo cual requirió también de su resistencia.

La obra se destacó además por un bello tramo donde las cuerdas en pizzicato arroparon una hermosa melodía del violín solista. El último movimiento se sintió festivo y hasta juguetón. Un final triunfante, tras una armoniosa y elegante dirección de Uzcátegui, hizo que el público se levante de sus asientos y otorgue aplausos de pie durante largos minutos.

En la segunda parte llegó el Triple concierto, Op. 56, para violín, cello, piano y orquesta. Aquí se sumaron a la violinista: el violonchelista Cruz Almao y la pianista Valentina Díaz-Frenot, y la música se elevó con encanto.

El trío mostró gran entendimiento, transmitió comodidad y dio la sensación de que flotaba con la obra, mientras que la OSCA acompañó de manera impecable.

El piano sonó brillante, el cello impetuoso y el violín enérgico. En total complicidad y expresividad, Erica, Cruz y Valentina emanaron un magnetismo que hizo que uno no pueda sacarles la vista de encima.

Un segundo movimiento permitió apreciar lo sublime de largas y penetrantes notas, y en contraste el vívido último movimiento fue de una sonoridad alegre y nuevamente dejó protagonismo a los solistas con brillantes pasajes llenos de virtuosismo. Otra ovación de pie resultó tras un exultante final.

En la ocasión Uzcátegui aprovechó para expresar sus palabras de agradecimiento a Paraguay, país que acogió a su familia. “Gracias por el apoyo a todos los venezolanos que están viviendo una crisis humanitaria. Aquí tengo un segundo hogar”, manifestó el director que conmovió asimismo con una conducción cargada de sensibilidad.

victoria.martinez@abc.com.py

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