Tom Ford, el exdirector creativo de Gucci y Yves Saint Laurent, sorprendió al mundo hace unos años con la película “Un hombre solo”, un filme que dio la posibilidad a Colin Firth de ganar el premio Volpi a la Mejor actuación en el Festival de Venecia. Ahora está de vuelta con su segunda película, “Animales nocturnos”, con Amy Adams y Jake Gyllenhaall.
Película interesante en su propuesta. Ella es una mujer rica, dueña de una galería de arte, y él es su exesposo, un escritor que acaba de terminar una novela y que le ha pedido a ella que la lea y le aconseje, pues le ha dedicado el libro y necesita su aprobación. Ella, que a pesar de su riqueza, es una mujer insatisfecha, queda atrapada por la historia y se pregunta qué hubiese pasado si aún estuvieran juntos.
El filme plantea una situación de angustia, tratada con una dirección artística impecable. Juega con historias paralelas, pues, la trama del libro cobra vida en la pantalla, y prácticamente se come a la “real”, principalmente a través de la actuación de Michael Shannon como un policía, digno de alguna película de los hermanos Coen o de David Lynch.
Adams se debate entre su vida actual, insatisfactoria, y la imaginada, tal vez pretenciosa, además de los recuerdos que vuelven para cobrar. Como si ella y Gyllenhaal hicieran papeles diferentes, aunque solo son facetas de sus mismos personajes.
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Lo que faltaría al filme es una mayor profundidad en el tema. Queda ingenuo en su reivindicación del amor verdadero. Hay una crítica a la frivolidad de la clase alta que podría haber sido mejor explotada. Pero Ford demuestra que puede dar más.