Libro paradigmático en guaraní

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"Ñemity", el poemario en guaraní de Carlos Federico Abente, que aparecerá el domingo con el ejemplar de nuestro diario, es una obra que se nutre de varias otras del mismo autor a las que une un concepto, un término trasversal: sapukái, el ancestral grito espiritual con el que este gran poeta pareciera llamar a su patria ausente. Esta excepcional antología de Abente constituye la decimoquinta entrega de la Biblioteca de Obras Selectas de Autores Paraguayos, un emprendimiento conjunto de la editorial Servilibro y ABC Color.   

De acuerdo con el prólogo de esta edición, escrito por el periodista y escritor Mario Rubén Álvarez, el rasgo sobresaliente en los cuatro volúmenes de poesía publicados por el Dr. Carlos Federico Abente y que han servido de base a esta antología es el vocablo sapukái.   

Sus poemarios han ido apareciendo con estos sucesivos títulos: "Che kirîrî asapukái haguã" (Para gritar mi silencio) (1990); "Kirîrî sapukái" (Grito del silencio) (1995); "Sapukái, Poesías inocentes" (1997) y "Sapukái sunu" (El grito del trueno) (2001).   

Como se constata –refiere Álvarez–, el fuego central de su producción es el sapukái. A ratos, para hacerlo más sonoro y resaltante, lo opone a kirîrî. Lo que enciende su inspiración se completa en un final a toda orquesta, sin necesidad de adiciones: Sapukái sunu, un grito elevado al máximo volumen, como una síntesis del itinerario recorrido.   

¿De qué ayvu eleva su vuelo ese sapukái que permea cada línea de sus escritos y que si no aparece se lo presiente agazapado en la blancura del papel?, se pregunta el prologuista.

El mismo expresa que para responder, hace falta ubicarlo en un contexto vital: "nació en Isla Valle (Areguá) es cierto, pero muy niño la vida lo empujó a territorio argentino: Formosa primero, Concepción del Uruguay después y, finalmente, el puerto de Buenos Aires donde vive hasta hoy".   

Para mí –dice el autor del prólogo–, "su grito más raigal nace en la ausencia de su tierra a la que no solo no olvida sino que ama en extremo. Ese es su sapukái esencial y a partir de él van emergiendo los otros, aquellos dictados por sus afectos". Como no puede desprenderse de su patria, Carlos Federico Abente la lleva consigo donde vaya. El guaraní es el puente del encuentro más íntimo entre lo que dejó físicamente y lo que va reconstruyendo en cada pasaje de su existencia.   
  
Manifiesta también Álvarez: "Voy más lejos todavía: su primera lengua, la que aprendió de doña Juana Deolinda Bogado Arce –su madre– es su verdadera patria. Con ella envuelve los distintos rostros de su sapukái múltiple".
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