Multitudinaria fiesta en Pilar

El éxito nuevamente acompañó la gran fiesta Hawaiana de Pilar, con una gran concurrencia y sin que se registraran incidentes de consideración.

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Los fuegos artificiales complementaron el gran evento vivido a orillas del arroyo Ñeembucú. La estrella del espectáculo fue el grupo nacional Kchiporros, uno de los favoritos de los sureños.

Unas 15.000 personas repitieron la tradicional peregrinación al sur para asistir a un acontecimiento bailable que nació hace 29 años, como un encuentro de los becados de AFS (American Field Service).

Los hoteles y bares de Pilar, como años anteriores, se vieron colmados por la presencia de los visitantes, que desde la mañana del lunes 2 llegaban masivamente a esta ciudad.

El trabajo coordinado de la Policía Nacional, la Policía Municipal de Tránsito, Ministerio Público, Patrulla Caminera y Prefectura Naval consiguió el objetivo de que el multitudinario espectáculo y todas las actividades previas y posteriores culminaran sin accidentes, ni otros hechos de violencia que lamentar. “Fue realmente una fiesta. No tuvimos siquiera una denuncia, ni quejas desde la víspera y hasta culminar la actividad”, afirmó el comisario principal Clemente Espínola, jefe de Policía de Ñeembucú. Indicó que la institución movilizó unos 150 agentes para este servicio.

Vicente Centurión, director de Tránsito de la Municipalidad, valoró la colaboración de la ciudadanía y las instituciones competentes para brindar seguridad a los visitantes. Varias calles fueron declaradas peatonales para facilitar el acceso en el sector céntrico y evitar accidentes. La acción conjunta supervisó hasta el retorno de los visitantes, que se realizó en completo orden.

Este año marcó el retorno de la actividad a su escenario original, tras la mudanza obligada a Isla Umbú en la edición anterior, por la crecida de los ríos.

Esta actividad, además de su gran repercusión a nivel nacional, permite oxigenar la economía local, sumando a las ventas de fin de año los recursos que dejan los visitantes atraídos por el encuentro bailable.

Una interminable caravana de vehículos se podía ver a lo largo de la Ruta IV. Igualmente la balsa Villa Florida, que opera en la frontera con la Argentina, realizaba todos los cruces con el máximo de su capacidad, transportando vehículos provenientes del país vecino.

La fiesta, nacida para agasajar a los becarios de AFS, se repitió los años posteriores, cada vez con mayor concurrencia. En ella, los asistentes visten prendas de playa, collares al estilo hawaiano y muchos aprovechan la ocasión para refrescarse en las aguas del arroyo Ñeembucú.

La tradición oral señala que los visitantes que llegan a beber de estas aguas sienten la irresistible necesidad de regresar a Pilar, lo que explicaría la magia de una fiesta que cada vez atrae a más visitantes. Los vecinos de la auténtica “perla del sur” se destacan por su gran cordialidad, otra característica que incrementa la atracción de una actividad cada vez más valorada por los que llegan desde algún punto del país y la Argentina.

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