La intervención pública de Salerno consiste en 40 “columneras”, carteles dispuestos en postes de iluminación para, convencionalmente, comunicar hechos o eventos de supuesto interés colectivo o, incluso, para pasar mensajes publicitarios.
Estos contenidos tienen un alcance informal y local, barrial en general, y se refieren a informaciones de factura casera y repercusión limitada: anuncian la existencia de sistemas barriales de protección, surgidos ante la ineficacia de los sistemas de seguridad pública (“Vecinos en alerta”, “La zona está vigilada”) o anuncios menores y ocasionales (“Compro cabello”, “Se vende hielo”).
Tales letreros, levantados al margen de permisos municipales, constituyen la versión inocente de la asfixiante publicidad que devora el espacio urbano desafiando ordenanzas opuestas a la polución visual y los principios jurídicos de interés público. Ante estos agravios, las columneras son pecados cívicos menores que, en ocasiones, más que contaminar, puntúan las calles con notas pintorescas y, aun, toques de humor y color.
La intervención de Salerno, según el texto de Ticio Escobar, tergiversa el sentido de estos anuncios callejeros. Actúa en un tramo del trayecto público que corre sobre Mariscal López a la altura Acá Carayá, y luego sobre esta calle hasta la Galería Exaedro, dirigida por Lilian Ojeda.
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Cada cartel lleva pintado de manera artesanal el aforismo de Augusto Roa Bastos que reza “Salí del encierro oliendo a intemperie”. De este modo, los letreros conforman una suerte de señalización (siempre en falta en la ciudad).