Bajo la dirección de Luis Szarán, el concierto se inició con la obertura de “La vie parisienne”, de Jacques Offenbach. La orquesta comenzó bien arriba y con todo el espíritu francés a pleno. Con brío, energía y elegancia, los músicos ofrecieron una gran interpretación.
Seguidamente llegó el Concierto para piano y orquesta Nº 1, de Franz Liszt, donde tuvo protagonismo el virtuoso pianista David Lee. El músico es dueño de una digitación clara y brillante. Su ejecución se sintió cargada de pasión y compromiso con cada nota, llevando su interpretación a un terreno sublime. Claramente esta obra exige a los músicos una entrega tanto técnica como emocionalmente, dado que su carácter es bien teatral. En ese sentido, el grupo cumplió su cometido bajo la firme batuta de Szarán.
Tras un intermedio llegó la vigorosa primera suite de “Carmen”, de Georges Bizet. En este tramo la orquesta sonó con muchísima potencia, logrando transmitir las características de bullicio y jolgorio como de sensualidad y calidez que transita la obra. En una chispeante ejecución, la OSCA se llevó enérgicos aplausos.
Un gran cierre se dio con la primera audición en Paraguay de “La valse”, de Maurice Ravel. Como una montaña rusa bien serpenteante de climas y melodías, esta pieza de carácter casi fantástico coronó este final de temporada gracias a un enorme sonido logrado por el conjunto sinfónico, que recibió largos aplausos.
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