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El tercer concierto del Ciclo de Abono de la OSCA se centrará en el romanticismo sinfónico. Además, la agrupación será dirigida por primera vez por el joven Ramiro Miranda.
El concierto tendrá también como solista al violoncellista venezolano Cruz Almao, quien asumirá el rol principal en el Concierto para Cello, de Antonín Dvorak. “Es una de las obras más grandes para el repertorio de violoncello, es un sueño que tienen todos de tocarla. Requiere mucha madurez, no solo del dominio del instrumento sino la parte musical y entender la obra”, explicó el músico.
Por su parte, Miranda agregó que, además de tener al cello como instrumento principal, se destaca también toda la orquesta. “Generalmente en un concierto todo el lucimiento será para el solista, y tiene sus dificultades técnicas para él, pero también Dvorak utiliza los demás. Incluso el violín concertino tiene partes de solista también. Es como una conversación entre todas las partes”, mencionó.
En la noche sonará también la Sinfonía Nº 5, de Franz Schubert. Miranda indicó que esta es una obra “casi clásica”, en el sentido de que “él ya empezó a componer después de que Beethoven vino y cambió el mundo musicalmente”. Con esta obra, “Schubert dice: ‘yo no soy Beethoven’, y vuelve a incorporar elementos ya de lo que cambió en el mundo musical pero con un sonido clásico y lírico. Es una obra que canta todo el tiempo. En las partes rápidas siempre está cantando, ahí se ve la influencia que tenía el canto para él”, contó Miranda.
Finalmente harán el Capricho Italiano, de Tchaikovsky. “Tiene un arco de sentimientos de diferentes melodías pero termina con bombos y platillos, es una obra fenomenal para terminar el concierto”, señaló el director sobre esta obra que el compositor ruso escribió cuando estaba de vacaciones en una Italia inundada de carnaval.
“Para mí es un gran honor dirigir esta orquesta, me siento demasiado afortunado de tener esta oportunidad”, refirió Miranda, a lo que Almao destacó su buena transmisión de las ideas musicales a la orquesta.