La eugenesia

Este artículo tiene 9 años de antigüedad
/pf/resources/images/abc-placeholder.png?d=2395

De 1925 es el libro que contiene esta afirmación:

«Aquellos que sean físicamente y mentalmente enfermos e incapaces no deberían perpetuar sus sufrimientos en los cuerpos de sus hijos. Es un crimen y una desgracia hacer que esta aflicción sea aún peor dejándola pasar a criaturas inocentes por culpa de un anhelo simple y egoísta».

Y de 1925 es también la siguiente cita:

«Sería mejor para todos que, en lugar de esperar ejecutar por un crimen a hijos degenerados o dejarlos morir de hambre por su imbecilidad, la sociedad pudiera prevenir a aquellos que son manifiestamente incapaces de continuar su especie».

El primer párrafo es de Mein Kampf, de Adolf Hitler; el autor del segundo párrafo es Oliver Wendell Holmes, juez del Tribunal Supremo de Estados Unidos. Solemos identificar en ese contexto epocal bandos opuestos que se enfrentarán en guerra; y, en el caso de estos señores, solemos pensar en dos sociedades opuestas, una despótica, otra democrática. Que las polarizaciones esconden a veces afinidades es una tesis para otro momento. Lo interesante aquí y ahora es el capítulo de la historia de la ciencia que relaciona, a ambos lados del océano, estas dos voces, una en el viejo, otra en el nuevo mundo. El largo e influyente –llevó a crear organismos oficiales y leyes a implementar políticas estatales– capítulo de la eugenesia; etimológicamente, conforme a su origen griego, el término designaría la «ciencia del buen nacer», o de la mejora biológica de la especie humana. Un capítulo que es también siempre una advertencia. De la que volveremos a hablar en esta página.

Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy

juliansorel20@gmail.com