Un viaje en el túnel del tiempo a Francia 1998

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Pasaron 114 minutos de lucha hasta que vino el gol de oro de Blanc. El capitán Chilavert busca recuperar al “caído” Francisco Arce.
Pasaron 114 minutos de lucha hasta que vino el gol de oro de Blanc. El capitán Chilavert busca recuperar al “caído” Francisco Arce.

El “Fútbol Inolvidable” de ABC (TV y radio) transportó en el tiempo al fanático de la selección paraguaya. Primero, el capítulo de México 1986 y segundo, Francia 1998. El último episodio generó recuerdos, principalmente el cruce contra el equipo anfitrión, en el que la Albirroja quedó eliminada con un gol de oro. El técnico Paulo César Carpeggiani, uno de los protagonistas de aquel Mundial, que no tenía sangre guaraní, pero con un amor propio, rememoró los momentos que vivió en la Copa del Mundo.

El segundo programa de “Fútbol Inolvidable” de ABC TV trasladó al fútbol paraguayo a 1998. Los amantes de la selección paraguaya recordaron el Mundial de Francia, que tuvo a Paraguay al borde de una tarde histórica en el estadio Bollaert-Delelis de la ciudad de Lens.

La Albirroja aguantó contra el anfitrión, que con el famoso gol de oro al minuto 114 ganó el partido y clasificó a los cuartos de final. Fue un golpazo, sabiendo que faltaba poco para el final y los penales. Una imagen que perdura en el tiempo es la de José Luis Chilavert levantando y animando a sus compañeros, quienes estaban abatidos como si estuvieran en un campo de guerra.

“Yo considero la consagración mundial con el Flamengo y la Copa del Mundo de Francia en la misma línea porque dirigir a un país del cual no soy originario, estando al frente de Paraguay, considero como un gran título. Estar en una Copa del Mundo como entrenador es la cosa más perfecta que puedes tener como profesional. Es un momento único porque allí están los mejores, los mejores jugadores y las mejores selecciones”, cuenta Paulo César Carpegiani, quien dirigió aquella combinado nacional desde las Eliminatorias. Su llegada a la selección fue encaminada por el mismo brasileño cuando dirigió Cerro Porteño en 1991-1992 y 1992-1994.

La nómina mundialista

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Después de un casi perfecto clasificatorio, en el que Paraguay terminó segundo detrás de Colombia, el DT citó a 22 futbolistas para el Mundial. La nómina no era tal cual y cómo deseaba. La lista, que puede ser injusta para varios, tenía la ausencia de un diez. Pero no fue una decisión técnica, sino la falta un jugador con esas características. “En la parte defensiva tenía grandes jugadores, tenía un buen mediocampo y en la parte delantera, me recuerdo bien, tuve dificultades de encontrar un diez. Fuimos sin encontrar un diez. Al final de la Eliminatorias surgió un nombre: Miguel Benítez. Fuimos a buscar a Benítez, pero era atacante y no diez, pero fue titular por su calidad”, señala.

A pesar de culminar las Eliminatorias en un sitio privilegiado, los amistosos previos de Paraguay no fueron alentadores. Tres partidos, tres derrotas: 1-5 contra Holanda, 3-2 ante Rumania y 0-1 con Bélgica. Los malos resultados preocuparon a Carpegiani, que antes de realizar retoques en el equipo para el debut contra Bulgaria, recibió una recomendación. “La organización de Francia colocó al frente de cada selección a un gran entrenador. Nos tocó estar con el técnico de Holanda en 1974 (Rinus Michels) y conversamos porque yo enfrenté como jugador de Brasil a aquella selección. Me dijo que hizo siete amistosos antes del Mundial de Alemania y perdió todos, pero en la copa fue la sensación, fue la sorpresa, marcaba presión desde arriba, jugó la final y quedó marcada como ‘la Naranja Mecánica’. Nosotros hicimos tres amistosos, perdimos todos. Quedamos preocupados porque no conseguimos resultados, pero buscamos soluciones. Pasó también en las Eliminatorias, comenzamos perdiendo, pero después ganamos, ganamos e hicimos un clasificatorio excelente porque quedamos segundo”, comentó.

La Copa y duelo con Francia

La Albirroja superó el Grupo D luego dos empates sin goles (Bulgaria y España) y una victoria 3-1 (sobre Nigeria) en la última jornada. En octavos de final tocó Francia. Era el local, el candidato. Los anfitriones a lo suyo, el resto con Paraguay. Noventa minutos después, el juego fue al alargue. Quedaba poco para el final. El nombre de José Luis Chilavert, que sacó varias pelotas durante el duelo, comenzaba a significar la garantía para hacer historia en la tanda. Pero ese momento nunca llegó porque a los 114’, Laurent Blanc rompió el cero y marcó el gol de oro que clasificó a Francia.

“Nunca pensé jugar a empatar. Señalo un aspecto: cuando mi equipo defendía hacia mi banco, salía, jugaba, pero cuando defendía y estaba del otro lado del banco, nos metían atrás y el gol nos agarra así. Francia imponía el ritmo, atacaba y coincidentemente lo hacía cada vez que mi defensa estaba del otro lado del banco. Cuando terminó el tiempo normal, Gamarra me llama y me dice: ‘profe yo no consigo caminar más. Estoy con un dolor de hombro impresionante’. Yo tenía un cambio más y necesitaba hacerlo en el tiempo extra para salir y tratar de ganar el juego. Yo también sentía el equipo cuando jugaba atrás. Yo tenía en el banco a Rivarola y hubiera sido simple el cambio por Gamarra, pero yo sabía que Carlos podría hacer lo que hizo en toda la Copa. Entonces, llamé a Gamarra y le dije: ‘es mi responsabilidad que sigas’. Él entendió y siguió porque yo tenía otros planes”, recordó el brasileño de 71 años.

Hoy, un largo tiempo después, los momentos de aquel encuentro siguen latente en Paulo César, que cada vez que cita en la entrevista un nombre, una selección, un resultado, lo hace con mucha precisión. “Armamos bien el equipo, hicimos buenos partidos y el mejor fue contra Nigeria. En ese partido, perdíamos y salíamos de la copa, entonces saqué a Acuña y puse a Benítez para ganar. Jugamos casi con cuatro atacantes. No cambiaría nada. Perdimos contra un equipo que si lo eliminábamos hacíamos historia. Quisimos siempre imponer nuestro juego, porque era mi filosofía”, puntualizó.

Cerro Porteño, la catapulta a la selección

“Cuando llegué a la Olla, en la parte de arriba, Cerro Porteño estaba entrenando y me llamó la atención algunos jugadores. (Carlos) Gamarra por ejemplo: él era un centrocampista por el lado izquierdo y me llamó la atención sus movimientos. Y el otro fue (Francisco) Arce, quien era número diez. Me llevó tiempo pensar en que lugar podrían encajar para tener un mejor aprovechamiento de la calidad de ambos. Adapté a Arce como lateral, porque tenía buen juego, le pegaba bien a la pelota y era técnico. Y a Gamarra lo llevé primero como volante y luego como zaguero”, recuerda el entrenador.

“Fueron dos decisiones fundamentales para la Copa del Mundo porque fueron exponentes en la parte defensiva junto a Ayala (Celso) y Caniza (Denis). Adapté a los jugadores a una posición por las características que encontré. Ahí Gamarra hizo la carrera que lo consagró como central y Arce como lateral. Hicimos grandes campañas con Cerro, el equipo jugaba bonito y eso me dio una oportunidad, a pesar de que no gané ningún título con Cerro, para estar al frente de la selección paraguaya”, comentó Paulo César Carpegiani, quien alcanzó una semifinal de Copa Libertadores con el Ciclón en la temporada 1993, tres años antes de asumir el mando de la selección nacional.

@DarioIbarra01