Cerro ganó el clásico más comentado

Cerro Porteño hizo suyo el clásico organizado por su tradicional rival, que cargó la semana con hechos inesperados que dejaron el fútbol mismo en segundo plano. Cuando hubo que definir el duelo en la cancha, el Ciclón fue más y ganó con legitimidad con un gol postrero de Beltrán.

https://arc-anglerfish-arc2-prod-abccolor.s3.amazonaws.com/public/ULK4N3YSMJH6TJTUQPX3GZXSWU.jpg

Cargando...

Las primeras señales del juego fueron favorables a Olimpia, que mostró una fisonomía de equipo mejor desplegada sobre el campo, ante un Cerro con Fabbro y el “Chico” Díaz desconectados de la tarea colectiva y Ortigoza limitado en sus desplazamientos por una condición física que aún no es la ideal.

Pero tener la cancha copada, sobre todo en el sector medio, no dio paso a una presencia efectiva decana en el ataque, donde muy poco movedizo se lo vio a Zeballos, con Núñez intentando retrasar su posición para ganar metros que le permitan utilizar con efecto devastador su velocidad final.

Ya en el cuarto de hora final de la primera etapa, luego de la retoma de energías e hidratación ordenada por Díaz de Vivar en la veraniega tarde invernal en el Este, el rumbo del partido fue rotando hacia el sector azulgrana. Fabbro se liberó de la presión, principalmente la de Piris da Motta, se conectó con Fidencio, Rojas y Almirón y el arco decano empezó a sufrir.

Centurión le tapó un tiro a Almirón, Valdez no llegó a conectar un cabezazo en la boca del arco y Rojas falló un tiro desde una posición envidiable. Los síntomas de evolución del Ciclón se proyectaron al segundo tiempo, cuando el protagonismo del portero decano se incrementó, saliendo airoso en dos cara a cara con Ortigoza. Ínterin le habían anulado correctamente un gol a Valdez por posición adelantada.

El “Chiqui” Arce se vio forzado a cambiar temprano. Ingresaron Jorge Salinas y Aranda, en lugar de Torres y Vargas, pero la tendencia no se modificó. Cerro fue más eficaz en los relevos, porque el aporte de Cecilio y Santana resultó fundamental para que pudiera redondear con el triunfo la buena faena desarrollada en la cancha.

Para dar el golpe letal faltaba más fuerza arriba y eso lo percibió el “Tiburón”, que lo puso a Beltrán para jugar los diez minutos finales y en sus pies estuvo el gol del triunfo tras robarle al juvenil Salcedo una pelota en la salida, triangular con Domínguez y empujar la pelota de atropellada ante Centurión para la explosión de júbilo azulgrana.

Ya no eran solo merecimientos, sino que ellos fueron elevados al tanteador final del partido para un legítimo triunfo cerrista.

El clásico dejó además una lección. Demostró que el único lenguaje que sirve en el fútbol es el que se expresa dentro del campo de juego. Todo lo demás solo es válido para la vana competencia por convertirse en el más vivo y astuto, que termina dejando a sus protagonistas más cerca del ridículo que de otra cosa.

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...