De barra, a futbolista de su club

Marcos Antonio Gamarra vivió ayer uno de los momentos más felices de su vida: firmó un contrato como futbolista con el club de sus amores, el Sportivo Luqueño, del cual fue barrabrava. Un sacrificado deportista que trabajó de vendedor ambulante, guarda, albañil y mecánico, hasta que la mágica pelota le cambió por completo.

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“Cómo no estar feliz si desde chico me crié en la cancha”, expresó Gamarra, quien fue pasapelotas en el Sportivo, siguiendo muy de cerca a César Cáceres Cañete, Isidro Candia, Alfredo Amarilla, entre otros, “cuando el entrenador era Héctor Corte”, recordó.

Vendedor de caramelos, chupa chup y chipa. Así fue creciendo hasta cambiar de rubro: guarda de la interna Línea 59 de Luque. Posteriormente prestó servicios a un taller mecánico, todo a modo de “changa”.

La extinta Bayo (Barra Azul y Oro), le abrió las puertas, bajo el liderazgo de una dama, Perla de Gavigán. Fue recogiendo anécdotas, como el hecho de caminar desde Para Uno hasta la “Ciudad de la música”. Nada de cansancio: “Es que éramos todos pendejos”, recordó. Además, existían distintos métodos de hidratación y el traslado se tenía que hacer en forma inmediata y rápida, para evadir las pedradas en los ataques de los “rivales”.

Tras deambular por los alrededores del estadio Feliciano Cáceres, su recorrido diario por el mercado central luqueño, su “paseo” en las estriberas de los ómnibus y las sensaciones con su querido Sportivo, llegó el momento de jugar al fútbol y ganar por lo menos algo, para el sándwich y la gaseosa.

Marcador de punta por izquierda y mediocampista. Un “utilitario” apreciado por los entrenadores, porque no tiene problemas para jugar en cualquier puesto, con tal de ayudar para lograr un buen resultado.

Su primer elenco fue el Unión Agrícola de Luque, después el 12 de Octubre de Itauguá, Unión Agrícola de Santaní, Guaraní de Caaguazú, General Díaz de Luque, Deportivo Capiatá e Independiente de Campo Grande, hasta tocar el cielo con su llegada al Luqueño, a los 29 años.

“La verdad que estoy contento, porque sudé bastante, como vendedor, guarda, albañil, mecánico, eré, eréa”, significó Marcos, quien en su presentación besó el escudo de Luqueño y no por una cuestión protocolar; lo hizo “de corazón”.

Si algunos profesionales aspiran llegar a Europa, el mayor anhelo de Marcos era “jugar en Luqueño, ser campeón, pelear la Sudamericana; como se dice, soñar no cuesta nada”, refirió.

Su estado civil: “soltero; vivo con mamá (Wilma Arbiniagaldez), que hasta ahora me corrige. Aquí en Luque estamos entre siete hermanos, pero en total somos 11”. Como para armar un equipo completo”.

Gamarra no ve la hora que se inicie la pretemporada y abrazarse con cada uno de sus compañeros. Además tiene grandes posibilidades de arrancar jugando el Apertura porque el lateral izquierdo titular y capitán del elenco, Sergio Raúl Vergara, no podrá alistarse contra Libertad por cláusula de contrato.

“Ña’ita en contacto, he’i electricista”, fue el cierre de nuestra entrevista con el lateral-volante, que está más feliz que “perro con dos colas”. Y casualmente, su apodo es “Perrito”.

vmiranda@abc.com.py

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