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Esto le permite trasladar el trámite del partido en terreno adversario el mayor tiempo posible. Salvo, cuando por estrategia, cede la iniciativa al rival para luego desdoblarse con prontitud en ataque llegando con mucha gente. Ocurrió ayer ante un Cerro Porteño que se mostró impotente. Superado con amplitud. Para lograr esos objetivos, Nacional virtualmente no juega con delantero neto. Cardozo, Orué y Ovelar vieron el inicio del partido desde el banco. ¿Quién en su sano juicio, imaginaría a Cáceres Cañete como hombre más adelantado en ataque? O el propio Julián Benítez que a lo sumo es media punta. Sin embargo, Morínigo optimiza el talento creativo de los mismos junto a Melgarejo, Ortiz, Riveros y Torales. Nada de levantar la pelota. ¿Para qué? ¿Para quién? Toca, rota, circula, triangula pero también es incisivo y vertical. Cuatro goles a Cerro Porteño constituye un fiel testimonio. No es solamente tiqui-tiqui. También es tiqui-taca. Parecía que ayer jugaron con doce. Sólido y versátil. Una delicia.
¿Cerro Porteño? El proceso con los canteranos requiere tiempo y paciencia. Pero también sapiencia. ¿Puede un grande esperar tanto? ¡No!