Es de esperar que aquellos siete enfrentamientos en los que Paraguay no fue capaz de ganar en la altura de Quito (2.800 metros sobre el nivel del mar) al seleccionado local por clasificatorias a Copas del Mundo sean los últimos y que, a partir de hoy, los albirrojos abran una página para escribir una historia distinta.
Todo el favoritismo y los antecedentes, más la altura como aliada, dan un plus al dueño de casa, pero que la garra guaraní salte esta tarde al gramado del Atahualpa, que se vea un equipo albirrojo fuerte y que todo ese optimismo que se percibió en el grupo en estos tres días de preparación en esta ciudad antes de subir hoy a Quito, se transforme en un rendimiento futbolístico capaz de imponerse al local, para volver a casa con los tres puntos y cada vez más cerca de la punta, que justamente tiene como inquilino al rival de turno.
Una victoria fortalecerá y mucho las aspiraciones paraguayas por volver a una cita mundialista y más palpitando el compromiso del martes próximo de local ante Brasil. En cuatro juegos (dos combos) la Albirroja acumuló 7 puntos y sumarles 3 ante el puntero y que está embalado servirá para advertir a los próximos rivales de que el equipo paraguayo de nuevo será un adversario difícil de doblegar.
Paraguay tiene a disposición el mayor poderío posible y el anfitrión llega con restas importantes como la del goleador de estas eliminatorias, Felipe Caicedo, y otros más. Pero, para sacar provecho de estas situaciones, la pelota pica en el campo de Ramón, quien debe saber elegir a los que arrancarán esta tarde.
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En fin, están echadas las cartas sobre la mesa y esperemos que el as sea albirrojo, volvamos a casa con la misión cumplida y dejando atrás aquella historia que dice que nunca le supimos ganar a Ecuador y a su aliada: la altura. Que el festejo por Pascuas se adelante y sea albirrojo.
