El vencedor del torneo fue Smyslov con 15½ puntos sobre 21, seguido de Ivkov, Geller y Fischer (que, como es conocido, jugó por télex desde Nueva York), (15), Kholmov (14 ½) y Pachman que solo perdió una partida, con 13.
En su libro “Ajedrez y comunismo” Pachman relata novelescamente su partida con Doda, cuenta que sacrificó una calidad y pasó al ataque, pero que “un diminuto error” bastó para que Doda realizase un inesperado y fuerte contragolpe, dijo que Doda, “convencido de su victoria, dio un golpe en el tablero y llamó junto a la mesa a varios colegas que descansaban, para mostrarles cómo me tenía atrapado”, es algo insólito y también algo difícil de creer.
Pachman dice que su primer impulso fue abandonar e ir a tomar varios cubalibres para olvidar, pero consiguió dominarse, objetivamente estaba perdido, pero vio que no era tan sencillo, tras perder el primer peón podía ofrecer otro, y si Doda lo capturaba iba a sacrificar un caballo trayendo un caos a la posición (Pachman dice que el sacrificio le daría ventaja, pero exagera), en vez de una fácil victoria, su adversario debía esforzarse.
Faltaban 10 jugadas para el control, Pachman creó el ambiente adecuado para que Doda se confiara, “pensó” casi una hora (en esa hora se recitó mentalmente poemas), cuando restaban dos minutos empezó a jugar con rapidez, parecía no tener esperanzas, Doda no desconfió y cayó en la trampa, la partida dio un vuelco, y solo ahí se puso a pensar, pero… “lo que se corrompe en un instante no puede ser redimido en toda la eternidad”.
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Pachman jugó el primer Memorial Capablanca, de 1962, y siguió jugando cada año hasta 1967, en ese entonces era un fervoroso comunista, luego pasó a ser un anticomunista igual de apasionado, estuvo en la cárcel, etc., tuvo una vida muy intensa.
En su primera visita a Cuba conoció a Fidel Castro, en un partido de béisbol, “Fidel jugaba con uno de los equipos y, cuando cometía una falta, la gente le gritaba dándole ánimos o se reía de él”, esto causó buena impresión en Pachman, pues era impensable que eso ocurriese con Antonín Novotny, el entonces presidente de Checoeslovaquia, “no permitiría nunca que alguien lo pusiese en ridículo en un estadio”.
Menos impresión le causó el nivel ajedrecístico de Castro, “una vez lo vi jugar. Ya su segunda jugada fue completamente espantosa”, comentó Pachman, tal vez exagerando.
Sí habló con respeto ajedrecístico del Che Guevara, “jugaba con mucha afición y apasionamiento”, durante el Memorial Capablanca, “apenas podía encontrársele en el ministerio”, miraba las partidas y después jugaba partidas rápidas con algunos maestros.
“El Che era un hombre de relevantes cualidades, extraordinariamente modesto, un auténtico revolucionario, un idealista”, es una afirmación que tiene peso en un libro hecho en buena parte para ajustar cuentas con el comunismo y con su pasado.
Tuve la suerte de conocer a Pachman en 1984 en Alemania, y hasta jugué con él, mi “cholulismo” estaba enormemente complacido, pues había leído varios de sus libros en mi adolescencia, el que más me impactó fue “Estrategia Moderna en Ajedrez”, escucharlo hablar era un placer, no puedo decir que conversáramos, casi siempre hablaba él, en castellano, pero eso no disminuyó mi interés; volviendo al Che, recuerdo una frase de Pachman que me quedó grabada, tras decirme que lo había conocido, con una sonrisa algo amarga, agregó: “Los dos nos equivocamos”. La última vez que Pachman vio a Guevara fue en 1964, en un momento este se quedó pensando ante el tablero y le dijo a Pachman “con su peculiar impulsividad” que no le gustaba ser ministro, que hubiera preferido jugar al ajedrez como Pachman “o hacer la revolución en Venezuela”; a Pachman le llamó la atención, tiempo después, que dijera Venezuela y no Bolivia, Pachman le contestó: “Comandante, hacer la revolución es desde luego interesante, pero jugar al ajedrez es más seguro”; el Che se rió y le dijo que desgraciadamente no jugaba tan bien como Pachman, pero tenía más experiencia en lo que era una revolución; medio año después Guevara efectivamente renunció a sus cargos políticos, y lo demás es historia conocida.
Veamos la victoria de Pachman sobre Doda.
Ludek Pachman – Zbigniew Doda
Defensa Indobenoni [A65], Memorial Capablanca, La Habana (16), 1965
1.d4 Cf6 2.c4 c5 3.d5 d6 4.Cc3 g6 5.e4 Ag7 6.Ad3 0–0 7.Cge2 e6 8.0–0 exd5 9.cxd5 a6 10.a4 Dc7 11.h3 Cbd7 12.Cg3 Te8 13.Ae3 Tb8 14.a5 b5 15.axb6 Cxb6 16.Te1 Cfd7 17.f4 c4! [Las negras logran buen juego gracias a que las piezas blancas no están colocadas armónicamente.] 18.Ac2 Cc5 19.Ad4? [Objetivamente un error que será bien aprovechado, si bien en sus comentarios Pachman asegura que es un sacrificio planeado.] 19...Cd3! [Las negras ganan la calidad y obtienen ventaja, pero el fuerte centro blanco hace que no sea todavía decisiva.] 20.Axg7 Cxe1 21.Ad4 Cxc2 22.Dxc2 Cd7 23.Df2 f6! [Hace olvidar los planes de romper con e5.] 24.Te1 Dd8 [Defiende f6 para dar movilidad al caballo.] 25.h4 De7 26.h5 Tf8 27.Te3? [Otra imprecisión.] 27...Ce5! [Otro salto de caballo imprevisto, este amplía la ventaja negra y deja a Pachman en posición desesperada.] 28.Dd2 Cd3 29.Cd1 Cxf4
30.Cf5!? [Este es el truco ideado por Pachman, que objetivamente no salva la partida, pero desequilibra emocionalmente a su adversario y lo objetivo pasa a tener un valor escaso.] 30...gxf5 31.Tg3+ Rh8 32.Dxf4 Tb3? [Deja escapar la ventaja. Lo correcto era 32...Dxe4! obligando a la retirada 33.Dd2 a lo que puede seguir por ej. 33...Tb3 34.Ac3 f4 35.Tf3 Tb5.] 33.Cc3 Txb2?! [El peón no tendrá importancia y sí que el caballo blanco ya no esté clavado.] 34.exf5 Ad7 [Ya no hay tiempo para 34...Tb3 sigue 35.h6 (amenazando 36.Dg5 y 37.Dg7+, o bien 36.Te3 Df7 37.Dg5 para 38.Ce4) 35...Tg8 36.Te3 Df7 37.Dh4.] 35.Ce4 Te2 [35...Tb1+ 36.Rh2 Tf1!? se castiga con 37.Dh6! Txf5 38.Cxf6 T8xf6 39.Tg6.] 36.Cxf6! Txf6 37.Dg5 Te1+ 38.Rh2. 1–0
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