Maracaná, abandonado

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Césped amarillento, barandillas oxidadas, robos en serie: el estadio Maracaná está en pleno abandono a causa de un embrollo político-legal que amenaza con transformar el templo del fútbol brasileño en un majestuoso “elefante blanco” en desuso.

El mítico estadio de Río de Janeiro, reformado para la Copa del Mundo de 2014, todavía brillaba a mil luces hace cuatro meses, en medio del fervor olímpico.

Hasta que se cortó la electricidad. Por la noche, el gigante con 78.838 asientos yace en completa oscuridad. Un puñado de partidos se jugó allí después de los Juegos Olímpicos. Pero desde el 29 de diciembre se bajó la cortina y no hay nada en el horizonte.

Un palazo para el recinto en donde se celebró la final del Mundial 2014 tras una renovación completa con costo faraónico de unos 372 millones de dólares, casi el doble del presupuesto inicial, con un trasfondo de sobrefacturación y sospechas de corrupción.

El gobierno del estado de Río está ahogado en un mar de deudas. Ya no es capaz ni de pagarle a sus empleados a tiempo desde hace meses.

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Desde el 30 de octubre el mantenimiento del estadio carioca se supone que está de nuevo a cargo del concesionario privado Maracaná SA, que lo había cedido durante ocho meses al Comité Organizador de los Juegos Olímpicos de Río.

El consorcio, controlado por el polémico gigante de la construcción Odebrecht, explica en un comunicado que todavía “no ha retomado la posesión del estadio” . Responsabiliza al Comité de Río 2016 por “no haber cumplido sus compromisos para devolverlo en las mismas condiciones en las que lo recibió”. (fuente, AFP)