Un acto de justicia

Intenso, no siempre bien jugado, emotivo, con polémicas y con un resultado final que les quedó justo a los momentos bien diferentes que supo tener el partido en sus noventa minutos.

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Lo que se dice un acto de justicia, en medio de un reparto de virtudes y defectos muy parejo para los dirigidos por Garnero y Jubero.

En la etapa inicial, y como en los últimos superclásicos, Cerro Porteño bloqueó los circuitos futbolísticos franjeados; entre Arzamendia y Escobar sacaron a Ale Silva del partido, Roque sufrió la incomodidad de jugar de espaldas, Mendieta no tuvo margen para asistir, y los costados no tuvieron explosión. En contrapartida, lo del Pachi Carrizo, el chico Báez y Villasanti fue muy fluido y concreto, ya que arrancando de atrás con pelota dominada obligaron a salir a los centrales Leguizamón y Arias a un terreno que les cuesta mucho.

Los azulgranas manejaron el balón, llegaron al gol tras una gran maniobra colectiva, y si bien es cierto no llegaron mucho a Aguilar, su arquero Juan Pablo Carrizo no recibió ningún remate en esa etapa inicial.

Garnero trató de liberar a Roque y colocó a Jorge Ortega para el desgaste con los centrales rivales, pero estos siguieron infranqueables y fueron la mejor barrera para su propio arco, frenando totalmente a un Olimpia que terminó la etapa inicial fastidiado y preocupado.

En el arranque de la complementaria, Jubero sorprendió al cambiar al juvenil Báez por Churín, ubicando a este junto a Larrivey, formando una dupla que simplificó la marca franjeada, ya que ambos quedaron en la misma línea y con mucha frecuencia de espaldas al arco de Aguilar.

En el Decano, el ingreso de Viudez se imponía lo antes posible, y Tabaré reemplazó a un Silva que nunca le encontró la vuelta al partido.

El ex-Nacional explotó las espaldas del Topo, tocó, fue a buscar, asistió, remató y les dio a los franjeados el juego que les faltaba, contando con el acople de Mendieta y Ortega para empezar a acercarse al empate, que llegó con el guante que tiene en el pie derecho Willy Mendieta.

Allí se soltó el clásico, y Larrivey tuvo el segundo tras una gran acción del Pachi, pero un par de minutos más tarde Viudez, que ya había reventado el travesaño del arco azulgrana, encontró el hueco para marcar, ganarse definitivamente al hincha olimpista y festejar el vuelco en el resultado bajo la lluvia, lo que teñía con cierto tinte épico la noche del domingo.

La expulsión de Federico Carrizo parecía condenar a Cerro a quedarse sin nada tras haber sido el dueño del trámite y el marcador, pero Olimpia tiene un talón de Aquiles que persiste en forma preocupante a medida que se va acercando el ruedo internacional; su vulnerabilidad a la hora de defender el juego aéreo rival sigue siendo alarmante. Por eso Ruiz, de palomita, insólitamente libre, puso la igualdad considerada como un estricto acto de justicia, en un superclásico que será recordado por su intensidad, entrega y vaivenes en un fuerte examen para ambos, como para calibrar las fuerzas con vistas a la inminente Copa Libertadores.

federico.arias@abc.com.py

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