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El Azulgrana careció de la fórmula para vulnerar la muralla alba, pues esta se guareció en el fondo y cerró los espacios. Fabbro rompió la línea defensiva con algunas maniobras suyas, las que no tuvieron el complemento adecuado para abrir el marcador. Bonet y Matías Rojas insistieron sin consecuencias con los centros. En una, Rodrigo Rojas no empalmó, prácticamente, sobre la línea de sentencia, porque no reaccionó a tiempo.
Nacional, desganado intento pisar en ofensiva, pero Bustamante y Castorino no tuvieron el peso para enfrentar a la defensiva. Las jugadas al ras del piso tuvieron consecuencias. Morínigo replanteó el equipo con los cambios, el de Castorino, obligado por lesión. Con Colmán y Pérez, mejoró la presencia en ataque y hasta mantuvo en peligro la valla de Barreto, en especialmente sobre el final del primer periodo. Los azulgranas carecieron de complementación en defensa, por lo que se exigieron para contrarrestar la presión alba.
En el segundo tiempo, la genialidad de Fabbro se combinó con el oportunismo de Domínguez para marcar la diferencia. Mendoza evitó el primer gol azulgrana, tras el encuentro de la citada dupla. El trabajo colectivo sobresalió, merced al orden táctico y la buena administración de la pelota, contra la desorientación de Nacional, que apostó más a la voluntad que al fútbol.
La presión del Ciclón desequilibró al rival. Ortigoza aprovechó un rebote de Don, tras disparo de Fabbro para abrir el marcador. El predominio azulgrana creció y con un contragolpe sentenció a Nacional.
Almirón aumentó la ventaja para el delirio de miles de espectadores. El intento de reacción no tuvo fuerza para la Academia, aunque chances de gol generó con Pérez y Ruiz Peralta. Pero el equipo de Torres se divirtió en la recta final y con el empuje de su público concretó la goleada de 3-0, merced a una magistral definición de Domínguez.