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Estadio de otro partido
La Nueva Olla de barrio Obrero albergó su primer partido oficial con la visita de Rubio Ñu a Cerro Porteño. El público cerrista nuevamente asistió con gusto a un estadio que por sus características y modernismo aparentaba ser de otro partido, no de uno correspondiente al campeonato paraguayo.
Reconforta saber que un escenario de semejante belleza forme parte hoy de lo bueno que puede encontrarse en nuestro fútbol, donde no es habitual que se tenga una asistencia cercana a las veinte mil personas en un partido.
Sin embargo, en lo que se refiere al equipo cerrista, aún quedan serias deficiencias que deben ser corregidas para cuando vengan los partidos más exigentes frente a rivales de mayor envergadura.
El cuadro azulgrana se esmera por tener la pelota con un buen trato, pero a menudo olvida profundizar y ser más concreto cuando debe definir las jugadas. Demasiadas pelotas perdidas con pases imprecisos y poca contundencia frente al arco rival son algunos de los defectos que se repiten en cada partido del Ciclón.
Rubio Ñu no pudo hacer mucho en el primer tiempo y a los 26’ recibió el gol. Una pelota perdida en defensa e Insaurralde remató ante la salida del arquero Beltramella, quien tapó a medias. Ruiz no pudo rematar y de nuevo Insaurralde disparó contra el marco. El defensor Paul Riveros interceptó la pelota en la boca del arco, pero el rebote siguió en dirección a la línea de sentencia, cuando un nuevo intento de Riveros por rechazar no hizo sino empujar la pelota a la red. Cerro dejó todas las dudas en el segundo tiempo y sobre el final, Antony Silva salvó su arco del empate inminente ante un remate del Ogro Correa.