Nuestro entrevistado dio inicio ayer, como profesor invitado, al diplomado “Propiedad Intelectual y nuevas tecnologías”, organizado por Cedep, en forma conjunta con la Heidelberg Center para América Latina, la Escuela de Posgrado de la Universidad de Chile, la California Western School of Law, y la Cámara Internacional de Comercio Paraguay.
–¿A qué nos referimos con propiedad intelectual y nuevas tecnologías?
–Estamos hablando de un mundo nuevo para los creadores, inventores, las empresas que hacen uso intensivo de la creatividad e innovación. Estamos hablando del mundo de los activos intangibles, que en el mundo de los negocios hoy adquieren cada vez mayor importancia, especialmente lo que nosotros denominamos “el gran paraguas de los mercados digitales”, que hoy día son los nuevos motores de la economía digital, del conocimiento.
Por lo tanto, lo tecnológico, que es parte de los fenómenos de este siglo, tiene algunas características bastante interesantes. En primer lugar, se producen ciertos escenarios que cambian los paradigmas económicos, los modelos de negocios, por ejemplo, de los gigantes de Internet, cómo se desarrollan. Para nosotros, desde el mundo del derecho, nuestra preocupación es de qué maneras, especialmente en América Latina, somos capaces de identificar estos activos intangibles y de tener una propuesta, no de consumidores, sino de participantes de la oferta de contenidos en la gran red mundial.
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–¿Cuáles son los problemas que se presentan?
–Se presentan en cómo participamos de la cadena de valor en la que se insertan estos nuevos intangibles. Claro, nosotros seguimos en un mundo muy disperso en cuanto a aportantes de contenidos, donde están autores, intérpretes, creadores de software, de bases de datos, y también están las empresas que utilizan otros activos intangibles como marcas, patentes, etc.
–¿Cómo vamos a participar y cuáles son las ventajas y las desventajas que tenemos?
–Efectivamente hoy la concentración se produce fuertemente en los grandes jugadores de la economía digital, como Google, por ejemplo, pero esos jugadores no son nada sin los contenidos, sin la música, sin los audiovisuales, sin los textos; en fin, una gran cadena que son hoy la base que permite que estos grandes comunicadores tecnológicos puedan desarrollarse.
–¿Qué se busca con este diplomado?
–Primero, interesar a abogados, economistas, a las profesiones que están relacionadas con la creatividad y la innovación, arquitectos, ingenieros, para que comiencen a entender que estos activos intangibles necesitan tener una buena y adecuada regulación, pero fundamentalmente necesitan ser reconocidos. Muchas veces un joven inicia un proyecto nuevo, pero no sabe reconocer cuáles son esos activos intangibles, que valen mucho más que sus computadoras. Ese es el gran desafío que tenemos, porque si bien hay una gran concentración en los grandes jugadores de Internet, sin embargo, hay una gran dispersión en los aportantes en la cadena de valor. Además, esta cadena de valor no está cerrada, hay muchos que están ganando mucho, en la medida que administran estas grandes plataformas, pero esos ingresos no están llegando a los generadores de los contenidos.
La creatividad en cifras
De acuerdo al “Primer mapa mundial de las industrias culturales y creativas (ICC)”, elaborado en el año 2015, este nuevo sector genera unos ingresos de US$ 2,25 billones y 29,5 millones de empleos en todo el mundo. Los ingresos generados por las ICC en todo el mundo superan a los del sector de las telecomunicaciones (US$ 1,57 billones), y sobrepasan el PIB de India (US$ 1.900 millones). En Europa emplean habitualmente a gente con edades comprendidas entre los 15 y 29 años, a diferencia de las tradicionales.
