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De todas formas, aclaró que no tienen aún suficiente información como para evaluar con exactitud su impacto en el IPC (Índice de Precios al Consumo), aunque es lógico pensar que algún efecto va a tener. “No obstante, consideramos que este efecto será temporal y en el caso de algunos rubros como el tomate, sería atenuado en la medida en que las importaciones permitan equilibrar la suba temporal de precios”, argumentó.
Fernández tampoco cree que la situación generada por estas pérdidas ponga en riesgo la meta de inflación del 2017, que es del 4%, “ni debe ser motivo de una reacción en cuanto a la política monetaria”. Al respecto sostuvo que “una suba de tasas de interés solo se justifica si existen aumentos generalizados de precios, y no puntuales y derivados de fenómenos climáticos como en este caso”.
Incluso, afirmó que “dado que esto sera temporal, la suba de precios será revertida en el futuro, con lo cual se normalizará la dinámica de precios de productos frutihortícolas. Por ello, la política monetaria debe mirar más allá que el cortísimo plazo”, alegó el titular del BCP.
La inflación de junio pasado fue del -0,2%, y con ese porcentaje, la inflación acumulada en el primer semestre se situó en 2%, por debajo del 3% del mismo periodo del año anterior. La inflación interanual, por su parte, fue de 2,9%, menor al 3,4% alcanzado en mayo.
¿Y el PIB?
El presidente del Banco Central fue preguntado también sobre las eventuales variaciones del Producto Interno Bruto (PIB) a causa de los perjuicios en el campo.
“Tampoco tenemos medido aún, porque no hay datos precisos del impacto. Sé que el maíz viene muy bien en contrapartida. Además, el 4,2% estimado aún está por debajo del ultimo número acumulado del IMAEP (Indicador Mensual de la Actividad Económica del Paraguay), que creo quedó en 4,8% (primer cuatrimestre), por lo que existe un cierto colchón o grado de conservadurismo en nuestra proyección actual”, alegó.