La extractora de almidón de mandioca que está parada desde setiembre del 2011 se encuentra ubicada en el Km 77 de la Ruta II, en la compañía Boquerón del municipio de Eusebio Ayala.
Fue un “regalo” del Ministerio de Industria y Comercio (MIC) a pequeños productores de la zona, que representó una inversión de casi G. 400 millones provenientes del Fondo para la Convergencia Estructural del Mercosur (Focem), tanto para el montaje como para el capital operativo inicial.
Sin embargo, por ineficiencia e incapacidad en la gestión administrativa, así como en la planificación para la provisión de materia prima, entre otras razones, quedó parada a los pocos meses de su inauguración, que fue en junio del 2011, según las fuentes consultadas ayer por nuestro diario.
La referida fábrica, que fue montada íntegramente por una metalúrgica nacional, posee equipamientos que componen la trituradora o torno, limpiadora de raíces, vibradoras, prensa para typyraty (residuo de la mandioca que se utiliza en la alimentación del ganado), entre otras funciones.
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Para el secado del almidón cuenta con secadero solar de 100 bandejas con capacidad de 100 kilos de almidón cada una, todo lo cual permite la molienda y procesado de 800 kilos de raíces por hora. Todos los equipamientos de la industria de almidón están ubicados en un terreno de una hectárea. Los agricultores que habían sido beneficiados con el proyecto pertenecían a la Asociación de Productores Agroindustriales, cuyo presidente era Andrés Domínguez.
El MIC, durante la administración de Francisco Rivas, que es cordillerano, también entregó en su oportunidad un carretón de gran capacidad para el transporte de la mandioca desde las fincas hasta la fábrica, pero a pesar de todo, y tener mercado seguro, no prosperó la producción de almidón.
Según los datos, el actual intendente de Eusebio Ayala, Eladio Giret, está buscando impulsar una alianza público privada para reactivar la citada industria, involucrando a pequeños productores en el cultivo de la mandioca, y así dar valor agregado a sus cosechas y, a su vez, dinamizar la economía local que tiene fuerte impulso con la elaboración y venta del tradicional chipá.
