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Colonia Maracaná es un asentamiento grande en el distrito de Curuguaty, departamento de Canindeyú, con 24.000 hectáreas y unos 20.000 habitantes.
En las últimas semanas el lugar ha sido foco de conflictos permanentes entre productores de soja y miembros de la Federación Nacional Campesina (FNC) tras la radicalización de los autodenominados “antisojeros”.
Un grupo de pequeños productores, afectados por esta situación, llegaron hasta nuestra redacción para denunciar la actitud violenta de los miembros de la FNC que no solo están detrás de los que cultivan soja, sino de cualquiera que desee trabajar con tecnología y progresar, ya que más que una cuestión ambiental es una cuestión ideológica.
“Es el ataque de los haraganes contra los que quieren trabajar”, acusó María Helena Benítez, quien produce soja sobre solo 16 hectáreas dentro de la colonia.
“Nosotros no somos empresarios, como dicen, que plantamos 3.000 hectáreas, tenemos nuestros cultivos todo en regla y cumpliendo todas las normas legales y sanitarias, con aprobación de la Seam, para poder producir”, afirmó la pequeña productora.
Aseguró, sin embargo, que quienes trabajan sus tierras y tratan de salir adelante son acosados y amenazados por los mismos dirigentes de la FNC que, al mismo tiempo, no poseen ningún cultivo en sus chacras.
“Nosotros ya probamos todos los cultivos y la soja es el único que nos permite tener cierto ingreso económico para vivir dignamente. Pero ellos –por los miembros de la FNC– nos han impedido fumigar, no nos permiten cosechar y así ya no podemos seguir trabajando para pagar nuestras deudas a los bancos, o sea, estamos a punto de perder todo por culpa de esta gente que no quiere trabajar”, manifestó Benítez.
Cómplices
Finalmente, la productora cuestionó duramente al senador Luis Alberto Wagner y a otros legisladores por acompañar la actitud vandálica y hasta terrorista de los haraganes en perjuicio directo de los que trabajan para salir de la pobreza.