En las zonas por donde atraviesa la mayoría de nuestras rutas, es normal la presencia de arcilla. Pero si se trata de arcillas expansivas, es lógico que se dé un ciclo de hinchamiento (levantamiento) y contracción (asentamiento), fenómeno que puede causar daños considerables a la carretera, lo cual se visualiza primero en forma de deformaciones (efecto bamboleo circulando a gran velocidad), y luego que se produzca la destrucción parcializada de tramos de la ruta (terraplenes y paquete estructural).
Como en toda la región naturalmente existen mantos y bolsones de arcilla activas, vale comparar con los resultados obtenidos por otras vialidades que se ocuparon en neutralizar la acción de estos suelos, y cuya topografía, clima, características de los suelos, vegetación y régimen de lluvias, son similares a los de la zona Occidental de nuestro país, y nos referimos en especial a la llanura chaqueña, donde en estos días hemos recorrido una buena parte de la Transchaco para observar los trabajos viales actualmente en curso.
Por ejemplo, en las provincias del Chaco, Formosa y norte Santafesino, la construcción de rutas pavimentadas comenzó a principios de la década de los años 60, y hoy tienen más de 4.700 km de rutas asfaltadas. Y pese a que parte de la red vial permaneció sumergida durante las grandes inundaciones (en 1966 por mas de un mes), no presentan grandes deformaciones o hundimientos y desgranamiento de la carpeta. Y en lo que respecta a la conservación, normalmente se realizan trabajos de lamado (rejuvenecimiento de la calzada) con equipos ad hoc, que consiste en la aplicación de riego asfáltico y arena, y puntualmente reparación superficial de carpeta (parcheos), sellado de fisuras, y cada 10 años se agrega una carpeta de mortero asfáltico en razón del fin natural de la vida útil del asfalto. Esto lo pueden confirmar viajeros y transportistas paraguayos que viajan por la ruta Nº 11 a Buenos Aires, o a Chile por la ruta Nº 16 o la Nº 81.
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En la actualidad la firma José L. Heisecke SA realiza trabajos de bacheo profundo (hasta el terreno natural) y en parte la reconstrucción en la Transchaco en un tramo de 165 km desde Río Verde a Filadelfia, y el MOPC planea invertir US$ 560 millones para la rehabilitación y mantenimiento de la ruta 9, para lo cual la CAF (Corporación Andina de Fomento) otorgó un préstamo de US$ 400 millones, y el BID (Banco Interamericano de Desarrollo) un crédito de US$ 160 millones.
A modo ilustrativo vale hablar de la montmorillonita presente en todos los tipos de arcilla y que en su estado puro se emplea para sellar pozos de petróleo y fugas de agua bajo presas hidráulicas, lo que da una idea de su fuerza de expansión.
Vale decir que de no encarar el problema potencial que representa los suelos activos, por la presión que podrían ejercer “hacia arriba” con una fuerza de elevación suficiente como para destruir tramos enteros del terraplén y calzada, quizás dentro de 3 o 4 años el MOPC “licitará” nuevamente la reparación de lo hecho, y los contribuyentes seguiremos pagando el pícnic de las vialeras.
ccaceres@abc.com.py