La situación afecta a unas 53 familias, con un promedio de seis personas por casa, que hace 30 años se instalaron en el lugar para dedicarse a la agricultura y cría de animales. En el 2016 el Servicio Nacional de Saneamiento Ambiental (Senasa) perforó un pozo de 150 m. de profundidad, pero no pudo ser terminado por la falta de recursos, según el propio director del citado ente, Celso Ayala.
El presidente de la comisión vecinal, Eri Arévalos, comentó que ya no saben qué hacer para solucionar este problema, pues ya recurrieron a numerosas instituciones para pedir ayuda, pero hasta hoy no encuentran una solución, señaló. Asimismo, refirió que muchas familias beben agua sucia de aljibes y pozos, que en su mayoría se desmoronaron por el fenómeno El Niño, que afectó a la zona el año pasado.
Del río Corrientes
Añadió que otros vecinos se proveen del cauce del río Corrientes, ubicado en el límite de los departamentos de San Pedro y Canindeyú.
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“Estamos en una situación muy crítica, la gente se rebusca de cualquier forma para seguir resistiendo a este problema, y otra preocupación nuestra es que esta semana se inician las clases y nuestra escuela tampoco tiene agua y nos va costar bastante sobrevivir con este inconveniente”, resaltó.
Respecto al tema, hablamos con Ayala, del Senasa, quien informó que probablemente en marzo se llamaría a licitación para poder terminar la obra que quedó estancada. Aseveró que así como están las cosas la colocación de las cañerías y la instalación domiciliaria se concretaría en octubre de este año, aunque no descartó que se pueda colocar un grifo público en un punto de la comunidad hasta tanto se termine el proyecto, informó.
