La globalización del narcotráfico

Por la brusca escalada en el poder narcótico de las sustancias consumidas, el volumen del tráfico, la impresionante maquinaria criminal que se mueve detrás, y sus consecuencias sociales y económicas, en las últimas décadas la droga ha adquirido categoría de drama global.

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Las principales drogas de hoy: el alcohol, el tabaco, el cannabis, la cocaína, el opio, la heroína, los barbitúricos y otras sintéticas tenían un consumo moderado a fines del siglo XIX y principios del XX.

Hoy el alcohol es la sustancia más consumida por el ser humano después de la cafeína según Universidad de Phoenix. La Organización Mundial de la Salud afirma que hay 1.100 millones de fumadores regulares de tabaco (1992) y, aunque las cifras son materia de polémica, la misma fuente estima que esta droga causó 62 millones de muertes entre 1950 y 2000.

Se producen 30.000 toneladas de marihuana y hachís por año según el ‘‘World Drug Report 2000’’ de la ONU. Las anfetaminas y el éxtasis se expanden aceleradamente. Hay más de 13 millones de adictos a la cocaína y una cantidad apenas menor de adictos a opiáceos, según el informe ‘‘Tendencias Mundiales de las Drogas Ilícitas 2002’’, también de la ONU.

Sin contar alcohol y tabaco, se calcula en 185 millones el número de personas que consumen drogas habitualmente. Esto es más de 4 de cada 100 habitantes del mundo mayores de quince años.


DROGAS MÁS FUERTES

No solo ha habido un salto del problema en cuanto a números, sino también en cuanto al poder de los estupefacientes.

Se han introducido mejoras tecnológicas al cultivo de cannabis, la droga ilegal más consumida, para aumentar la concentración de su componente activo, el THC (Delta-9-tetrahidrocannibinol). La tradicional hoja de coca de los valles andinos fue reemplazada por la variedad Erythroxylon coca, o Huácano, que tiene la mayor densidad del alcaloide de cocaína, en plantaciones cuidadosamente mantenidas a 1.000 metros sobre el nivel del mar.

A la heroína se la usaba como remedio para la tos a principios del siglo XX y era comercializada libremente, por ejemplo, por la firma Bayer. Pasaron décadas antes de comprobarse que no tenía propiedades terapéuticas y que generaba una alta dependencia. Hoy la heroína causa estragos. Es altamente adictiva y considerada la más peligrosa entre las drogas ilícitas.

A la cocaína se la usaba en la fórmula base de Coca-Cola, hasta que una ley de 1904 en Estados Unidos hizo que la cambiasen por cafeína.


NARCOTRÁFICO

También es un fenómeno del siglo XX el narcotráfico a gran escala. Las grandes mafias de la droga no irrumpieron con la fuerza que hoy se les conoce hasta hace muy poco tiempo.

Bruce Porter, en su libro ‘‘Blow’’, publicado por primera vez en 1993 y llevado al cine en 2001 (Johnny Depp y Penélope Cruz), cuenta la historia de George Jung, el traficante estadounidense que ayudó al entonces incipiente Cartel de Medellín a introducir cocaína en grandes volúmenes a los Estados Unidos a fines de los años setenta.

Antes de eso esta droga llegaba a ese país, actualmente el principal consumidor, en pequeñas cantidades. Para 1985 el ingreso ya se calculaba en 125 toneladas. Hoy se estima que la producción global alcanza las 879 toneladas métricas, de las cuales se interceptan unas 335. Las restantes 544 toneladas tienen un valor de mercado al por mayor de alrededor de 50.000 millones de dólares. Al por menor eso puede duplicarse o triplicarse, y estamos hablando de una sola droga.

En 1980, el jefe del Cartel de Medellín, Pablo Escobar Gaviria, ofreció pagar totalmente la deuda externa de Colombia, de 13.000 millones de dólares, a cambio de que las autoridades dejaran de perseguirlo.

No es necesario insistir demasiado en esto, pero el tráfico de drogas es responsable de un porcentaje altísimo de la criminalidad en el mundo. Volviendo a usar solo como un ejemplo al tristemente célebre Cartel de Medellín, ya en los noventa se le atribuía la muerte de cincuenta jueces en Colombia, incluyendo once miembros de la Corte Suprema, doce connotados periodistas, entre ellos el director de El Espectador, el fiscal general, y de miles de civiles. Solamente en Medellín el número de muertes violentas se elevó de 730 a 5.300 por año (más de 14 por día) entre 1980 y 1990.

Las redes narcotraficantes se entrelazan en los cinco continentes y se infiltran en el poder, en los círculos financieros, en la justicia, en el terrorismo, en todos los ámbitos.


NEGOCIO DE POCOS

Contrariamente a lo que algunos creen, el narcotráfico no es un buen negocio ni para los productores ni para las economías. Los únicos verdaderamente beneficiados son los propios narcotraficantes, que obtienen fabulosas ganancias mediante una estructura internacional oligopólica mantenida a fuego y sangre.

Se calcula que menos del 1% del valor de la droga comercializada en el mundo queda en manos de productores primarios.

Como tales productores generalmente están en el Tercer Mundo, se podría pensar que ese 1% representa una suma relativamente considerable para economías pobres. Sin embargo, no es así tampoco. El valor de granja de los cultivos ilícitos de amapola adormidera y arbustos de coca, por ejemplo, fue estimado en 1.100 millones de dólares en 2001. Como promedio, ese monto representa apenas el 1,3% del valor de los productos agrícolas legales de los países en cuestión.

Pero, además, aunque los cultivos ilícitos para proveer a los narcotraficantes pueden en ciertos casos aliviar el desempleo y generar ingresos relativamente importantes en el corto plazo, hay sobrada evidencia estadística y empírica de que tales cultivos previenen el crecimiento económico y el mejoramiento de la calidad de vida de los productores en el largo plazo (se puede leer un estudio económico sobre el tema en el informe 2002 de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes, www.incb.org).

Además, la droga es un potente factor desestabilizador en los países productores. Desestabiliza el Estado, al alimentar la corrupción. Desestabiliza la economía, al introducir distorsiones en el tipo de cambio, la competencia, el consumo, la inversión y las decisiones macroeconómicas. Desestabiliza la sociedad civil, al incrementar los niveles de criminalidad y el deterioro del estado de derecho.


Mañana: Combate versus liberalización.
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