–¿Cómo debe prepararse nuestro país para encarar las negociaciones que deben iniciarse en el 2023, año en que el Tratado de Itaipú cumple 50 años de vigencia?
–Siempre dije que los mejores embajadores del Brasil son los consejeros y directores... paraguayos de Itaipú. La historia de entreguismos y claudicación los delata. Existen pocas excepciones que confirman la regla. Julio César Frutos, de la ANR, es uno de ellos. Son estas personas que deben trabajar en forma abierta o en un gabinete de las sombras.
Con el espíritu entreguista de los diversos gobiernos que han dejado una especie de “jurisprudencia” a favor de los brasileños, tal vez no logremos ¡ni después del 2023! la soñada venta a terceros, pero el precio justo es altamente probable.
En cuanto a las estrategias y las oportunidades diplomáticas se perdieron: el Acuerdo Lugo-Lula del 2009, el veredicto del análisis de Jeffrey Sachz del 2012. Se perdieron además varias oportunidades de transparencia, de reclamos de la deuda espuria y de otros temas vitales.
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Debería insistirse en una especie de galería del entreguismo; un monumento, un memorial, donde se expongan a todos los directores y consejeros entreguistas. En ese memorial de muerte debería incluirse también a los miembros de la Corte, que “llavearon” las compuertas de Itaipú y la convirtieron en un “Estado dentro del Estado”. Con justicia, al lado de ese memorial, se debe resaltar a las excepcionales personas que han ofrendado sus vidas, sus voces, sus luchas y sus pensamientos a esta causa nacional de la soberanía energética. Una especie de arboleda o avenida de los justos.
–¿La experiencia de nuestros negociadores en la negociación de Yacyretá con los argentinos deja alguna enseñanza que debe aplicarse, no solo en las futuras tratativas con Brasil, sino también en la formación de los futuros negociadores?
–Nuestras experiencias de negociaciones en Yacyretá son las peores. No dejan ninguna enseñanza de patriotismo, de inteligencia diplomática; de capacidad negociadora y logros reales. Si se concluyeron las obras auxiliares de Encarnación, Ayolas y otras es porque del lado argentino ya eran muy evidentes. Pareciera que nuestros representantes en estos colegiados se redujeron a simples recaudadores del poder de turno, con honrosas excepciones. El hecho que Julio de Vido y la propia Cristina Kirchner estén imputados hoy significa que nuestros reclamos tuvieron razón. La mejor posición a la que hemos llegado en nuestras “negociaciones energéticas” se dan con el Brasil, el acuerdo Lugo-Lula del 2009. En él está asentado, entre otros puntos, la venta gradativa al mercado brasileño de nuestros excedentes, la construcción de la exclusa de navegación y otros puntos.
En Yacyretá se robó hasta el cansancio y la Argentina llevó siempre la batuta de esta usurpación social histórica. Los nuestros fueron siempre marionetas de poca monta.
–Supongamos que en 2023 aún quede un saldo deudor a favor de Eletrobras, ¿entenderán nuestros negociadores de turno la relevancia del segundo requisito que establece el numeral VI del Anexo C del Tratado de Itaipú a la hora de finiquitar las cuentas?
–Si en el 2023 queda algún saldo a favor de la Eletrobras será la señal del caos diplomático; la confirmación de un Estado fallido.
Los despojos del pueblo en la postguerra del 70 y un gobierno “de transición” de entonces tendría mucho más dignidad que el gobierno del 2023 que acepte tamaño adefesio jurídico, diplomático y económico.
Sería el entreguismo en su máxima expresión. La más alta traición a la patria jamás registrada. Será la señal que en Paraguay ya no quedan ni un hijo de Rodríguez de Francia, de los López, de Bernardino Caballero, de Eligio, Eusebio Ayala y Estigarribia.
Si el 2023 nos sorprende con los mismos entreguistas de 60 Hertz, significa que los 43 años de lucha de ABC, de nuestros escritos y otros luchadores anónimos fueron en vano.
Debemos cuidarnos al extremo de los infiltrados “brasiguayos” con camiseta de albirroja, que permanentemente están pateando contra nuestro arco y con árbitros también brasiguayos.
–¿Cómo deberá encararse la implícita prohibición que figura en el Art. XIV, la implícita prohibición del Tratado de que vendamos nuestro excedente a un tercer país e incluso una empresa brasileña, pero a precios de mercado?
–Todo es negociable. ¡EL TRATADO DE ITAIPÚ NO ES VITALICIO! Se debe repetir mil veces por día, en todos los canales, en todas las radios; por cielo, tierra y mar, que la mitad de Itaipú es nuestra. La soberanía nacional incluye la mitad del caudal del Paraná... y, consecuentemente, la mitad de la energía. Si los brasileños no aceptan ese concepto, es señal de que ya no nos aceptan como Estado… y ahí ¿para qué queremos subsistir como nación independiente?
La Haya, ¿una opción para el país?
–¿Cómo evalúa la posibilidad de que nuestro país, finalmente, ventile el caso ante el Tribunal Internacional de La Haya?
–La posibilidad de que nuestro país reclame sus derechos inalienables en La Haya es la más grande que existe. La jurisprudencia del Canal de Panamá, del gas boliviano (con el Brasil y la Argentina), de la salida al mar de Bolivia, de las papeleras en Uruguay y otros hechos lo atestiguan. En fin, existen tantos casos ganados por los países pequeños, pero dignos y valientes.
El asunto es que lo debemos hacer ante el concierto libre de las naciones, en los foros internacionales, con verdaderos paraguayos y no mercenarios.
Creo que hasta ahora hemos usado poco los ejemplos de la usina de Salto Grande (Uruguay y Argentina), de las Cataratas del Niágara (Estados Unidos y Canadá) y otros que están basados en la equidad, más que en la igualdad.
