Según trascendió, el problema comenzó con una avería en una línea de 23 kV (alimentador), que luego se propagó hacia el interior de la subestación y alcanzó el nivel de 66 kV, porque no actuaron ninguna de las protecciones”, explicaron en la fuente a la que recurrimos.
Si eso fuera cierto, la pregunta que cae por su propio peso es “por qué no actuaron las protecciones, ¿estaban excluidas?, ¿no había alimentación auxiliar de corriente continua?” reflexionó nuestro informante. Este nuevo siniestro exige la realización de una “investigación técnica exhaustiva”.
El gerente técnico de la ANDE, en una improvisada rueda de prensa que se llevó a cabo en las últimas horas de la mañana del martes, día del incendio, explicaba que los equipos de la subestación siniestrada “datan de cuatro décadas atrás, por lo que muchos ya están al límite de su vida útil”, en otras palabras, los equipos se quemaron porque están viejos.
“Esto no puede atribuirse a la “obsolescencia” de los equipos, replicaba nuestra fuente y agregaba que si esa fuera las razón, “la mayoría de las subestaciones deberían incendiarse”.
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En rigor, desde febrero del año pasado se quemaron las estaciones de Lambaré, de San Lorenzo, de Natalio (Itapúa), de Luque y, finalmente, de Tres Bocas.