La carta insta a la ONG ecologista Greenpeace y también a sus seguidores a “conocer la experiencia real de los agricultores y los consumidores de todo el mundo, con los cultivos y alimentos transgénicos”, también animan a los verdes a “aceptar las conclusiones (de las evaluaciones de riesgo) de los organismos científicos competentes y a abandonar su campaña contra los OGMs, y contra el arroz dorado en particular”, según la noticia publicada por The Washington Post.
Esta campaña a favor de los transgénicos ha sido liderada por Richard Roberts (director científico del New England Biolabs) y Phillip Sharp (Premio Nobel de Filosofía y Medicina en 1993, por el descubrimiento de secuencias genéticas conocidas como ‘intrones”). Disponen de una página web (Support GMOs and Golden Rice) en la que se incluye una lista actualizada de los firmantes. “Somos científicos. Entendemos la ciencia. Tenemos claro que lo que hace Greenpeace (en materia de OGMs) es perjudicial y va contra la ciencia (…) Una posición que busca asustar al consumidor deliberadamente. Una manera de recaudar dinero por su causa”, afirmaba Richard Roberts en The Washington Post.
La carta, que está publicada en el sitio de la Fundación Antama, señala: Los órganos científicos y reguladores de todo el mundo han demostrado repetidamente y de una forma consistente que los cultivos y alimentos mejorados biotecnológicamente son tan seguros, o más, como los derivados de cualquier otro método de producción.
Nunca hubo un solo caso confirmado de un efecto negativo en la salud de los seres humanos o animales derivados de su consumo. También se ha demostrado en repetidas ocasiones que son menos perjudiciales para el medio ambiente y que son de gran ayuda para la biodiversidad global.
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Puede reducir muertes
Greenpeace lidera la oposición al arroz dorado, una variedad que tiene el potencial de reducir o eliminar gran parte de muertes por enfermedades causadas por deficiencia de vitamina A, que tiene el mayor impacto en las personas más pobres de África y el sudeste de Asia. La Organización Mundial de la Salud estima que 250 millones de personas sufren de carencia de vitamina, incluyendo el 40% de los niños menores de cinco años, en los países más pobres. Sobre la base de las estadísticas de Unicef, existen entre uno y dos millones de muertes prevenibles cada año por esta deficiencia, ya que se está comprometiendo el sistema inmunológico y se está poniendo a los bebés y niños en gran riesgo.
La deficiencia de vitamina A es la principal causa de ceguera infantil a nivel mundial, afectando a 250.000-500.000 niños cada año. La mitad mueren en los doce primeros meses después de haber perdido la vista. Así termina la petición hecha por los nobeles a Greenpeace.
240 organizaciones
Es importante señalar que en este consenso científico internacional más de 240 organizaciones internacionales de la ciencia reconocen que la modificación de genes en un laboratorio no alberga más riesgos que las hechas a través de reproducción tradicional. Además, también aceptan que las plantas biotecnológicas tienen beneficios medioambientales y de salud, como la reducción del uso de pesticidas.
En mayo último las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina publicaron un informe en el que se analizan los datos de cultivos transgénicos globales desde los años 1980, sin encontrar pruebas de que este modelo agrario haya tenido efectos negativos sobre el ser humano o sobre el medio ambiente.
Greenpeace responde
La organización Greenpeace publicó en su sitio web la respuesta a los nobeles: Los transgénicos no son la solución del hambre en el mundo. Hay alimentos suficientes para todas las personas. El 30% de los alimentos producidos en el mundo terminan en la basura. Solo con esto tendríamos lo suficiente para alimentar a todas las personas que habitan la Tierra y los que podremos llegar a ser en 2050 (sin intensificar más la agricultura y sin utilizar cultivos transgénicos).
Dice que el hambre es una cuestión compleja relacionada con guerras, migraciones, conflictos, y no se soluciona con cultivo transgénico. A esto hay que añadir que el 75% de la superficie agrícola mundial se destina a pasto para ganado, a producir pienso para estos animales y biocombustible, no a generar alimentos directos para seres humanos.
Greenpeace propone en contrapartida la agricultura ecológica. Destaca que en la última evaluación científica de Naciones Unidas sobre Ciencia Agrícola y Tecnología para el Desarrollo se concluyó que la agricultura ecológica permite aliviar la pobreza y mejorar la seguridad alimentaria.
Enfatiza que, por el contrario, Greenpeace cuestiona la agricultura con transgénicos por sus implicaciones sociales y ambientales, y la descarta como solución única al hambre.
“El arroz dorado modificado genéticamente no existe, no está disponible. Es un proyecto fallido que tras 20 años sigue en la fase de investigación y en el que se han invertido cientos de millones de dólares. Por lo que se está defendiendo un arroz que no existe y que no se ha demostrado viable en 20 años de investigación como solución al hambre en el mundo”, agrega Greenpeace.
Añade que “mientras se sigue investigando en cultivos transgénicos que den solución a los problemas agronómicos y carencia de determinados nutrientes, los avances en la mejora convencional ya están ofreciendo los cultivos prometidos por la ingeniería genética”.
Según la fundación Antama, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) han reconocido la seguridad de los transgénicos, así como su papel clave para conseguir una agricultura más sostenible con la que contribuir a luchar contra el hambre y el cambio climático, y dar respuesta a la creciente demanda de alimentos derivada del aumento poblacional y el cambio en las dietas alimentarias.