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La citada empresa telefónica ocupa el tercer lugar en el mercado colombiano y primero en nuestro país. Según la denuncia, Claro cobraba más barato a sus clientes por llamadas terminadas dentro de su red y más caras las terminadas en otras redes. El regulado le obligó a ajustar sus tarifas de interconexión al mismo precio que cobraban los demás operadores.
Otra crítica de las telefónicas colombianas fue la fusión de Claro y Telmex, prestadora del servicio de telefonía fija, banda ancha y televisión por cable.
Las críticas de Tigo contra la operadora dominante en Colombia son similares a las que están realizando las demás telefónicas de nuestro país (Personal, Claro y Vox), por la adquisición del 100% de las acciones de CVC (Cablevisión Comunicaciones), prestadora del servicio de TV cable, banda ancha y la transmisión del campeonato de fútbol.
La compra de CVC incluye licencias para la explotación del espectro radioeléctrico de 50 megahertz (MHz), que convertirá a Tigo en un superoperador porque concentrará 205 MHz, que le permitirá aumentar la cantidad de usuarios.
Una situación similar pasó en México, donde la Comisión Federal de Competencia rechazó en febrero pasado la fusión del Grupo Televisa con el Grupo Salinas, ambos operadores de telecomunicaciones.
La alarma por la operación comercial Tigo-CVC se debe a los vacíos legales en materia de competencia y de control cuando hay posiciones dominantes de algunas empresas.
La Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel), pese a tener un reglamento (133/08) de competencia, permite una fusión que podría desequilibrar el mercado más dinámico.
Tigo cobraba, al inicio de su operación, por llamadas entrantes y salientes. Con el ingreso de Personal, tuvo que eliminar eso. Al ingresar Claro y Vox, las tarifas bajaron tanto hasta permitir que el servicio llegara a la población más pobre.