Según referentes del sistema financiero, el problema radica en las asimetrías de regulación en los negocios financieros, ya que, por una lado, cada vez se agregan más exigencias a los sectores ya regulados, como el tope a las tarjetas de crédito, nuevas exigencias en el control de lavado de activos, la actualización de la Ley Bancaria que ya fue sancionada por el Congreso, entre otras disposiciones que generan un mayor costo operativo para las empresas financieras.
En contrapartida, las casas de crédito por el momento escapan de todo control y han experimentado un crecimiento inusual en los últimos tres años, pasando de 65 entidades a unas 130 aproximadamente, que están operando en el mercado.
Un crecimiento llamativo desde el punto de vista del capital operativo, considerando que, a diferencia de bancos y financieras, que captan ahorros del público, las casas de crédito se manejan con capital propio.
Sin embargo, pese al volumen alcanzando, aún no están incluidos como sujetos obligados de la Ley de lavado de dinero. Por su parte, la Seprelad avanza en una normativa para verificar el origen de fondos desde este sector, que podría estar vigente desde este año.
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