Anodino

Es habitual que días antes de unas elecciones se realice un debate entre los principales candidatos para que cada uno de ellos exponga sus opiniones y refute las del otro. La espontaneidad de los interlocutores juega un rol muy importante para los electores, tanto para exponer ciertas ideas-fuerza sobre cuestiones relevantes planteadas en la ocasión como para responder a repreguntas del adversario. Esto es, por lo menos, lo que se espera de una pública confrontación de ideas. Pero si cada uno de ellos recibe con antelación un cuestionario y no se admiten las repreguntas, el resultado solo puede ser un diálogo de sordos. Esto es lo que ocurrió con el denominado debate que mantuvieron los candidatos presidenciales Mario Abdo Benítez (ANR) y Efraín Alegre (Alianza Ganar) durante dos aburridas horas. Como ya conocían los temas, estos se limitaron a recitar un libreto prefabricado. Por supuesto, los candidatos quieren, entre otras cosas, que la salud y la educación públicas sean mejores y que el corrupto Poder Judicial sea reformado. Pero sus promesas no sirven para nada si no dicen cómo llevarlas adelante y en qué plazo van a concretarlas. Estas son las cuestiones que debieron discutirse a fondo y no con la superficialidad que caracterizó a este debate.

Cargando...

Es habitual que días antes de unas elecciones se realice un debate entre los principales candidatos para que cada uno de ellos exponga sus opiniones y refute las del otro. Se pretende así, sobre todo, que los ciudadanos aún indecisos puedan tener elementos de juicio suficientes para volcar su voto a favor de quien ha demostrado tener un mejor programa. La espontaneidad de los interlocutores juega un rol muy importante, tanto para exponer ciertas ideas-fuerza sobre cuestiones relevantes planteadas en la ocasión como para responder a repreguntas del adversario.

Esto es, por lo menos, lo que se espera de una pública confrontación de ideas. Pero si cada uno de ellos recibe con antelación un cuestionario y no se admiten las repreguntas, el resultado solo puede ser un diálogo de sordos. Eso es lo que ocurrió con el denominado debate que mantuvieron los candidatos presidenciales Mario Abdo Benítez (ANR) y Efraín Alegre (Alianza Ganar) durante dos aburridas horas. Como ya conocían los temas a ser supuestamente debatidos, con toda seguridad encargaron a sus respectivos asesores que elaboraran las consignas correspondientes, limitándose ellos a memorizarlas para repetirlas como loros.

En estas condiciones, el evento preparado por la organización Desarrollo en Democracia (Dende) no sirvió para ilustrar a los electores acerca de las virtudes de los programas ni de la capacidad dialéctica de los candidatos. Estos se limitaron a recitar un libreto prefabricado.

Las respuestas de los candidatos, en general, no tuvieron diferencias substanciales. La única discrepancia clara que se pudo advertir hizo relación con la Fuerza de Tarea Conjunta, ya que Alegre quiere eliminarla y Abdo Benítez se propone mantenerla. Por supuesto, ambos quieren, entre otras cosas, que la salud y la educación públicas sean mejores y que el corrupto Poder Judicial sea reformado. Valga esta última cuestión, tan relevante, para recordar que en 2003 el entonces presidente de la República, Nicanor Duarte Frutos, anunció ante campesinos que iba a “pulverizar, si es necesario, el Poder Judicial corrupto, que solo aplica la ley a los pobres y no a los manguruyúes”. Hoy es un ilegítimo candidato a senador gracias a una Corte Suprema lacaya de características justamente similares a las que criticaba el citado exmandatario. Debe recordarse que cinco de los actuales ministros –Raúl Torres Kirmser, Alicia Pucheta, César Garay, Sindulfo Blanco y Miguel Óscar Bajac– fueron nombrados durante su Gobierno.

El pasaje que antecede sirve de manera categórica para demostrar que las promesas de los candidatos no sirven para nada si no dicen cómo llevarlas adelante y en qué plazo van a concretarlas. Y, si del funcionamiento de la administración de Justicia se trata, ¿cabe acaso esperar que Abdo Benítez, aparentemente el candidato con más chances de ganar las elecciones, pueda promover la reforma judicial? Es imposible pensar que impulsará una tal reforma con los “manguruyúes” que tiene detrás para el futuro Parlamento, como el mismo Nicanor Duarte Frutos, Óscar González Daher, Víctor Bogado, José María Ibáñez y Carlos Núñez Salinas, que tanto se benefician de la actual situación de nuestra Justicia. Puede darse por descontado que otros integrantes de la misma reputación incluidos en las vergonzosas listas de otros partidos, como el exsenador Jorge Oviedo Matto (Unace), también estarán a muerte en contra de una reforma del Poder Judicial.

Estas son las cuestiones que debieron discutirse a fondo y no con la superficialidad que caracterizó a este debate.

Es imposible construir un Paraguay mejor con quienes están imputados o acusados por el Ministerio Público por haber delinquido en el ejercicio de la función pública, y se emperran en impedir o entorpecer sus respectivos procesos judiciales.

Es muy fácil encargar la confección de algún programa de Gobierno “karape” y, en un “debate”, llenarse la boca con seductoras promesas, pero, por lo que se vio, no lo es tanto desprenderse de la escoria acumulada por los partidos a lo largo de décadas. Ocurre que el candidato presidencial colorado suele hablar como si la ANR no tuviera nada que ver con el actual estado catastrófico del país, signado tanto por la corrupción y la inseguridad como por la miseria educativa, sanitaria y económica.

Del mismo modo en que tenemos nuestras dudas de que “Marito” pueda lograr mejorar en algo la administración de Justicia, podemos expresar una duda mucho mayor en cuanto a lo que pueda hacer con ese otro pilar, enclenque y podrido, del funcionamiento del Estado, la administración pública. Si, por ejemplo, permanentemente se exhibe abrazado con los conocidos e impunes “magos de las aduanas” –por su “habilidad” para incrementar sus fortunas de la noche a la mañana–, ¿qué esperanza podemos tener de que aplicará la tijera saneadora entre los funcionarios corruptos? Ninguna, no tiene voluntad, y mucho menos, fuerza política.

Lamentablemente, el debate entre los dos candidatos no escarbó en estas cuestiones sino que tocó con mucha superficialidad lo que en verdad interesa a la gente.

Por nuestra parte, expresamos nuestra creencia de que si se concretara la victoria del candidato colorado, como predicen las encuestas, seguiremos teniendo, con la misma gente cuyos rostros ensucian las páginas policiales o judiciales de los diarios, más de lo mismo durante los próximos cinco años, es decir, más corrupción, más prebendarismo, más ignorancia y más pobreza. Es de desear que los paraguayos y las paraguayas piensen lo mismo, y voten por un cambio.

Enlance copiado
Content ...
Cargando ...