Repudiar a los destructores de Asunción

El malhadado proyecto de urbanizar el predio del Botánico, actualmente bajo posesión del RC4 (Caballería), que se intenta hacerlo marchar a tambor batiente, pese a que está pendiente una decisión parlamentaria, acabará con uno de los últimos espacios verdes, abiertos, proveedores de salud, de nuestra ciudad capital. Mientras que en la mayoría de las grandes ciudades del mundo, en especial las que se van densificando poblacionalmente, se trata de preservar a toda costa sus grandes áreas verdes remanentes, asegurando pulmones en cada sector de las áreas construidas, aquí hacemos exactamente lo contrario: nuestras autoridades buscan a ver dónde queda un terreno libre suficientemente grande para construir en él. Mientras tanto, hay terrenos baldíos de todas las medidas esparcidos desordenadamente en todas las áreas suburbanas de nuestras principales ciudades. Lo que el Gobierno del presidente Cartes pretende cometer con el predio del RC4 es un crimen ecológico imperdonable. Los ciudadanos y las ciudadanas deben demostrar su repudio a autoridades insensibles que no piensan en el porvenir de las generaciones presentes y futuras.

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El malhadado proyecto de urbanizar el predio del Botánico, actualmente bajo posesión del RC4 (Caballería), que se intenta hacerlo marchar a tambor batiente, pese a que está pendiente una decisión parlamentaria, acabará con uno de los últimos espacios verdes, abiertos, proveedores de salud, de nuestra ciudad capital.

Mientras que en la mayoría de las grandes ciudades del mundo, en especial las que se van densificando poblacionalmente, se trata de preservar a toda costa sus grandes áreas verdes remanentes, asegurando pulmones en cada sector de las áreas construidas, aquí hacemos exactamente lo contrario: nuestras autoridades buscan a ver dónde queda un terreno libre suficientemente grande para construir en él.

Mientras tanto, hay terrenos baldíos de todas las medidas esparcidos desordenadamente en todas las áreas suburbanas de nuestras principales ciudades, la mayoría de los cuales funcionan como una especie de caja de ahorros para sus propietarios, porque no gastan dinero en ellos ni para limpiarlos, limitándose a aguardar su plusvalía natural por el mero transcurso del tiempo.

Estos terrenos ociosos hubieran servido muy bien para los fines “sociales” que dice perseguir la Secretaría Nacional de la Vivienda (Senavitat), cuya titular, Soledad Núñez, dicho sea de paso, es una de las impulsoras de la calamidad que están comenzando a cometer en el valioso predio del RC4.

Lo que está sucediendo en este caso es una demostración de la nula “visión de futuro” de la que los gobernantes alardean tener en sus programas y discursos, pero que, una vez que se los ve actuar en la realidad cotidiana, es precisamente lo que les falta en absoluto. A estos gobernantes, en realidad, les importa un pito lo que vendrá después de ellos como consecuencia de las decisiones insensatas que hoy toman para terminar alguna obra rápidamente, cortar cintitas de inauguración y posar para las fotos de prensa antes de que su mandato termine o en vísperas de su nueva campaña electoral.

Ya sucedió algo similar con un extenso predio verde, próximo al que ahora están por destruir, un corredor que conectaba el Jardín Botánico con la ribera del río, que en una sola noche fue velozmente ocupado por invasores –que llegaron en toda clase de vehículos–, en una acción rápida concertada entre los caudillejos políticos de la zona y su clientela partidaria. Ocurrió allá por los primeros años de la década de los 90. Los “estrategas” sociales del equipo del entonces intendente Carlos Filizzola “regularizaron” ese atropello y ocupación clandestina, “por motivos sociales” (clientelísticos), legitimando así la ilegal situación al disponer la urbanización del lugar y perdiendo para siempre, para Asunción y su Jardín Botánico, ese predio que poseía incalculable importancia para el futuro urbanístico y ambiental de la ciudad y de la zona.

Poco tiempo después, una fracción del Parque Caballero también fue seccionada y apartada del predio principal para ser dividida en lotes y distribuirlos entre sus ocupantes irregulares, siempre intentando justificarse con el discursito politiquero de estar solucionando “problemas sociales de carencia de techo”, cuando, en realidad, no se trata de otra cosa sino de alimentar el prebendarismo político y el clientelismo electoral sin meter la mano en el propio bolsillo sino gastando los recursos públicos.

Podrían citarse muchos otros casos de pérdidas definitivas de predios de valor urbanístico y ecológico que se remataron en proyectos del tipo comentado, en iniciativas capitaneadas por políticos y caudillos locales, gente por lo general ignorante e insensible, que no siente ningún aprecio por el patrimonio natural ni aprensión alguna por el futuro de su ciudad, a la que están convirtiendo en un agregado caótico de tugurios, abigarrados, insalubres y horribles. Son los autores del adefesio que están dejando a sus descendientes y a los nuestros.

En el Paraguay la experiencia nos enseña claramente que los más peligrosos enemigos de la salud ambiental y la buena conservación del patrimonio natural de nuestras grandes ciudades son precisamente quienes poseen la obligación política, jurídica y ética de preservarlas para las generaciones del porvenir. Es decir, los más peligrosos son los gobernantes cuyas luces no alcanzan para ser estadistas, ni mucho menos.

Estas autoridades nacionales y comunales son, lamentablemente, las que poseen el poder legal de echar mano de esos amplios y espléndidos espacios abiertos, que podrían ser futuros maravillosos parques; y también de esos paseos verdes que, haciendo de corredores, irían conectando barrios y zonas densamente pobladas, distribuyendo luminosidad, belleza natural y aire sano.

Lo que el Gobierno del presidente Cartes pretende cometer con el predio del RC4 es un crimen ecológico imperdonable. Van a hacer desaparecer un valioso espacio verde bajo un montón de ladrillos presentados como viviendas “de carácter social”, que bien podrían edificarse en otros numerosos terrenos dispersos en todas las áreas suburbanas de Asunción.

En manos de esta clase de gente, son alarmantes las condiciones de riesgo en que se encuentran el patrimonio natural y cultural de nuestras ciudades. Los ciudadanos conscientes y sensibles deben mantener los ojos abiertos permanentemente porque, en un abrir y cerrar de ojos, en una noche de fin de semana, algún atentado contra ellos puede ser perpetrado sin ninguna defensa previa posible.

Los ciudadanos y las ciudadanas deben demostrar su repudio a las autoridades insensibles que no piensan en el porvenir de las generaciones presentes y futuras, sino solo quieren llevar agua al molino de sus próximas campañas proselitistas o a las de sus padrinos, como en este caso del terreno del RC4 que comentamos.

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