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Los pobladores empiezan a utilizar caballos y canoas para poder circular. Actualmente, tanto el colegio como la escuela del centro urbano están rodeados de agua y para llegar a las salas de clase, los alumnos deben ir descalzos. Además de la incomodidad, esto puede incrementar las enfermedades respiratorias y afecciones en la piel por la contaminación.
El desborde de los esteros también impactó en los precarios caminos, que quedaron inundados. Varios puentes de madera colapsaron, lo que impide el tránsito. Sin una acción contundente para limpiar con maquinaria los estancados canales naturales de los grandes humedales, es casi imposible esperar que la situación de los pobladores mejore.
Algunos pequeños productores intentan salvar su ganado trasladándolos a sitios firmes, compartiendo los dormideros con animales silvestres y una gran variedad de víboras que buscan espacio seco para sobrevivir.
Este desolador panorama se presenta actualmente en varios distritos del departamento de Ñeembucú.