“Me pone contento que hagan esta cruzada para preservar lo público”, afirmó. La franja de dominio del ferrocarril es de 40 metros de ancho desde Asunción hasta Encarnación, mientras que las estaciones de tren poseen 120 metros de ancho por 750 metros de largo, lo que equivale a nueve hectáreas.
Salinas reconoció que la entidad ferroviaria que dirige “no tiene recursos” y sobrevive con el oxígeno financiero del tren Encarnación-Posadas, Argentina, que ya transportó más de dos millones de usuarios. Dijo que Fepasa realizó convenios con 15 municipios por donde existe el trazado ferroviario, “para precautelar y liberar los terrenos”.
Las invasiones en predios del ferrocarril, los hurtos y rapiñas de sus bienes ocurrieron desde el 2002, cuando se realizó la extracción lesiva y el remate como “chatarra” de unos 400 kilómetros de rieles. Los tramos desde Encarnación hasta Sapucái y el ramal San Salvador hasta Aba’i fueron despojados a mansalva de los bienes estatales.
Aquel año el presidente Nicanor Duarte (ANR) firmó el decreto respectivo y el titular de Fepasa Lauro Manuel Ramírez López ejecutó la expoliación de las vías de todo el tramo que se extiende desde Sapucái hasta Encarnación, además de otros restos metálicos de locomotoras y vagones del tren.
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De Asunción a Encarnación existían 370 kilómetros de vías que fueron desmanteladas y vendidas como hierro inservible a chatarreros del Brasil. Ni siquiera los puentes de imponentes estructuras de hierro sobre arroyos o desniveles escaparon de la inaudita feroz depredación.
Lo único que quedó del histórico Ferrocarril Presidente Carlos Antonio López (en su franja de dominio) es un terraplén preparado especialmente para aguantar el paso de trenes, con una garantía de más de un siglo y medio. Es donde –actualmente– se pretende limpiar y utilizar como bicisenda, de acuerdo con el proyecto de los ciclistas.
También se conserva el puente ferroviario conocido como “Fierro Punta”, ubicado sobre el río Pirapó, entre los distritos de Yuty y Yegros.
Con manifestaciones y protestas los pobladores de ambas localidades citadas evitaron que la estructura fuera rematada como chatarra.
